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Littman Gallo
Pedro Ortiz Bisso

Antes de que existieran los trolls, a ya lo troleaban. Forjado en la redacción del diario “La Tercera”, cuya sección deportiva marcaba agenda a mediados del siglo pasado, ‘Gallito’ dirigía un programa radial, “Deportegrama”. En los noventas, a pesar de los consejos de los directivos de la emisora, abría los teléfonos para que los hinchas opinen. Muchos llamaban para hacerlo, aunque el verdadero vacilón era otro.

- Littman, ¿tienes datos de ese jugador Larry que viene para Alianza?
- ¿Larry, qué Larry?
- Larriconch… ja, ja, ja…

‘Gallito’ aguantaba y se reía. Es que también había que aguantarlo a él.

Aunque estudió en la Universidad Católica, conoció los secretos del oficio con Alfonso ‘Pocho’ Rospigliosi, cuando el periodista deportivo más influyente que ha tenido el Perú era flaco y no soñaba con fundar “Ovación”. Trabajó al lado de Lolo Salazar, Carlos Enciso, Alfonso Ego Aguirre y otras importantes plumas de su época. En “La Tercera” escribía una columna, “Abriendo juego”, nombre que lleva el libro que acaba de salir a la luz, el cual resume sus 50 años en las principales salas de redacción del país.

, sullanense de nacimiento y orgulloso corazón blanquiazul, falleció en el 2004. Tres meses antes de su partida, su hijo Máximo buscó a algunos amigos para redondear una idea que no sabía cómo concretar: conseguir que las experiencias de su padre no quedaran en el olvido. El periodista Luis Carlos Arias Schereiber convirtió su sueño en 250 páginas que, a modo de testimonio personal, narran su vida detrás de micrófonos, sets de televisión y máquinas de escribir.

Polemista hasta el exceso, animó calientes encuentros televisivos en los últimos años de su carrera, con Horacio ‘La Pepa’ Baldessari como principal contrincante. Aunque era hincha de Alianza, su gran amor fue el básquet, el cual cubrió cuando los hermanos Duarte, con Ricardo a la cabeza, gobernaban ese deporte.

El libro no es solo un recuento de anécdotas, muchas felices y otras no tanto, es también un retrato de cómo se ejercía el oficio en una época que algunos añoran, pero que aún no ha sido contada –ni estudiada- como se merece.

De Gallo se dijeron siempre muchas cosas, entre ellas, que recibía dinero de los dirigentes de su época. El tema no lo evita en el relato. Incluso reproduce un extracto de una entrevista que dio al diario “Ojo”:

- Tiene fama de mermelero, ¿qué hay de cierto en ello?
- Uuuuyyy, hermano. Martínez Morosini, Ferrando y Pocho tenían fama de afeminados. Nada más te digo que a las pruebas me remito. El periodismo me ha dado, honradamente, una casa en Surco, otra en la playa y educación para mis hijos.

Cuenta que el día que murió su mamá fue a trabajar a la radio y abrió los teléfonos. La primera persona que llamó le mentó a la madre. Antes que lo ganara la indignación, se tomó una pausa, respiró hondo y contestó: “Mi viejita desde hoy está en el cielo”. Del otro lado solo se escuchó un apresurado clic. El resto de personas que lo llamó esa noche lo hizo para darle sus condolencias.

Así era ‘Gallito’. Nunca dejó de cantar.

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