Quizá no ruja como el león ni deslumbre con las rayas majestuosas del tigre, pero su actitud relajada, casi filosófica, acompañada de sus ojos entrecerrados que parecen analizar el universo, han convertido al gran capibara en el nuevo rey del Parque de las Leyendas. En la entrada del principal zoológico de Lima, decenas de niños bajan de los buses escolares armados con peluches marrones en los brazos o en la espalda y un cántico que resuena al unísono: “¡Capibara, capibara, capibara!”. Reina la impaciencia entre los infantes por entrar de una vez y conocer al único animal que ha amenazado con destronar a los gatitos como los eternos favoritos de las redes sociales.
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En el Parque de las Leyendas aún no terminan de explicarse del todo este fenómeno. Según cuentan, todo habría comenzado hace aproximadamente un año, pero en los últimos meses la situación ha alcanzado niveles de auténtica fiebre. “Antes, el ronsoco no era tan famoso. Nadie venía específicamente a verlo a la zona de selva del parque. Era un animal más. Ahora, todo el mundo pregunta por él apenas cruzan la entrada”, comenta, sorprendido, Carlos Párraga, jefe de Manejo y Conservación del parque, desde el ambiente mismo del capibara, que cuenta con un lugar para dormir, un río donde se baña y una amplia zona desde la que se dedica a meditar sin pausa. El animalito aún no tiene nombre, pero ya están evaluando traerle un amigo. “Es un animal muy sociable, y el cariño humano no basta”, explica Párraga, quien confirma que los capibaras prefieren convivir con grupos grandes de su especie.
El fenómeno no solo ha captado la atención de los niños, sino que también ha abierto un debate lingüístico entre generaciones. ¿Capibara o ronsoco? “En nuestra época siempre lo llamábamos ronsoco, el roedor más grande del mundo. Ese era el término usado en el Perú. Pero lo de capibara se ha popularizado en Internet y ahora los niños lo prefieren así”, explica Párraga. En Argentina lo llaman carpincho, y el nombre capibara, que viene del guaraní, significa “comedores de hierba”.
Este roedor gigante ha pasado de ser un desconocido a un ícono de las redes sociales. Las imágenes de capibaras flotando despreocupados en aguas termales, compartiendo espacio con lagartos o simplemente disfrutando de la vida con su aire zen han inundado Internet. Incluso se habla de sus “beneficios terapéuticos”, porque al parecer pocos placeres superan el de ver a un capibara flotar sin preocupaciones, ocupado en lo insondable de sus asuntos.
Conviene recordar al lector en este punto algunos datos esenciales de este mamífero herbívoro. El capibara (‘Hydrochoerus hydrochaeris’), como mencionamos, es el roedor más grande del mundo. Es originario de las selvas y zonas húmedas de Sudamérica y puede llegar a pesar hasta 70 kilos. Aunque es técnicamente comestible, no es un platillo muy buscado, quizá porque su aspecto tan adorable logra conmover incluso a los cazadores más experimentados.
Por su apariencia, podría describirse como un cuy gigante que vive en manada, adora el agua y tiene una sorprendente capacidad para llevarse bien con cualquier criatura, desde aves y monos hasta caimanes, que curiosamente no siempre los ven como presa. Este comportamiento pacífico y adaptable los ha convertido en pequeños diplomáticos naturales, una cualidad que sus defensores no dejan de resaltar. Otros destacan su rol ecológico en la selva, al ser importantes dispersores de semillas y reguladores del crecimiento de la vegetación, lo que ayuda a mantener equilibrado el ecosistema.
El origen de la capibaramanía
La fiebre capibara nació en el universo virtual. Todo comenzó con memes, videos virales y una pegajosa canción rusa que repetía “capibara” como un mantra. Pero el fenómeno no se quedó en las pantallas: saltó al mundo real y conquistó mercados. En lugares como Mesa Redonda y el Mercado Central, la capibaramanía se ha apoderado de los estantes. Según un informe del diario Gestión de esta semana, al menos el 30% de los 8 mil comerciantes de peluches y similares en Lima han adoptado al capibara como su nueva estrella. Los precios de los productos oscilan entre 10 y 120 soles, dependiendo del tamaño, y van desde peluches hasta vinchas, mochilas, carteras y llaveros. Aunque muchos de estos artículos se importan de China, también hay emprendedores peruanos que ofrecen capibaras tejidos a crochet, siguiendo la técnica de los populares amigurumis.
Actualmente, el Parque de las Leyendas tiene un solo ejemplar macho, pero no descartan traer más. “Hay criaderos en el Perú de donde podríamos quizá conseguir hembras para fomentar su reproducción aquí. No hay que olvidar que los roedores son prolíficos. En el pasado hemos tenido camadas, pero eran juveniles que todavía no estaban en edad reproductiva”, dice el especialista Párraga.
Mientras tanto, el solitario ronsoco del zoológico disfruta de su reinado de la forma más apacible del mundo. Mastica unas hierbas con una parsimonia casi exasperante. Más tarde se retirará a su “dormidero” después de un día de interacción con tantos paparazzi y admiradores. Todo eso sin perder nunca su reconfortante calma.