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TED

No pueden durar más de 18 minutos. No deben transmitir, cada una, más que una idea central. No tienen que ser leídas ni ensayadas menos de 20 veces. Tampoco pueden usar lenguaje técnico o, por el contrario, irse en floro. Son inspiradoras, informativas, adictivas. Poderosas. Las charlas TED se consideran hoy las más famosas del mundo y no sorprende el por qué. El lema con el que se mueven con éxito entre la humanidad, de hecho, tiene mucho que ver: “Ideas dignas de difundir”. De ahí que sean millones los que las vean en Internet, y obsesivos fanáticos quienes persigan escucharlas en vivo. Sucede que sí, son tan alucinantes que hay que postular para tener un asiento en un auditorio. Y, después de ser elegidos, pagar por él.  

Vamos por partes. Lo primero que hay que saber sobre estas conferencias es que se realizan durante dos jornadas al año, últimamente en Canadá. En cada una, un grupo de expositores diserta, por turnos, sobre temas que manejan al dedillo, ya sea por estudios o por experiencia de vida. El tópico puede ser cualquiera. Para muestra, demos clics. Los títulos de algunas de las charlas más vistas en línea son las siguientes: “¿Las escuelas matan la creatividad?” (esta ha sido reproducida, al cierre de esta edición, por 52 millones de almas); “El poder de la vulnerabilidad”; “Diez cosas que no sabías sobre el orgasmo”; “Las apariencias no lo son todo. Créeme, soy modelo”; “Cómo aguanté la respiración durante 17 minutos” ; “Sorpresas submarinas”; “Puedes crear nuevas células cerebrales. Aquí tiene cómo”; “Soy el hijo de un terrorista y así elijo la paz”; “¿Cómo tener éxito? Durmiendo más”; “Cómo aprendí a invertir en la bolsa estando en la cárcel” y “El secreto del deseo en una relación de largo plazo”, entre otras.  

Un punto particular e importantísimo en la dinámica de las conferencias es que el público, ya sea el que está sentado en las butacas del sitio elegido o al otro lado del planeta con el smartphone en la mano atento al streaming, no sabe nunca quién va a hablar hasta que aparece en el escenario. No siempre se trata de nombres conocidos. La mayoría, ciertamente, no tiene titulares en los diarios. Así que intercalados van presentándose bajo las mismas reglas de juego. Entonces puede pararse bajo los reflectores la profesora de un colegio inicial que enseña a reciclar a una comunidad y, seguidamente, el papa Francisco. O Bill Gates o Bono.  

Un poquito de historia, ahora. TED identifica las siglas en inglés de los términos tecnología, entretenimiento y diseño. Estos eran los únicos tres temas que se tocaban en las conferencias hace 30 años, cuando Saul Wurman las creó en California. Sin embargo, estas ganan celebridad muchos años después cuando el emprendedor Chris Anderson compra el concepto, lo replantea y cuelga las charlas en Internet.  

Expositores locales
En el espíritu de las ideas dignas de compartir, luego, se desarrollan los TEDx, programas de eventos locales, organizados de forma independiente que juntan personas para compartir una experiencia similar a TED. Algo así como franquicias. En el Perú, la más antigua es TEDxTukuy, evento que este 13 de octubre pondrá en marcha su décima edición. 

“Sí, nosotros les pedimos permiso para hacerlas aquí, con temática relevante para el país y siguiendo las pautas que nos dan. Perseguimos varios objetivos, pero el principal es generar una experiencia de descubrimiento. Al final de la jornada uno podrá escuchar tanto temas afines a su existencia como otros que no son parte de su día a día”, detalla Michael Barclay, cofundador de TEDxTukuy y actual licenciatario. Las historias, acota, proveen fundamentalmente ejemplos de cómo se hacen las cosas. Otorgan rudimentos para que el oyente pueda ver cómo puede aplicar determinada toma de decisiones, pero en sus respectivos ámbitos personales o laborales. 

¿Quiénes han sido expositores aquí? Solo algunos nombres: Jaime Saavedra, Vania Masías, Tomás Unger, Efraín Wong, Lucho Quequezana, León Trahtemberg, Albina Ruiz, Roberto Lerner, Richard Hidalgo, Inés Melchor, Palmiro Ocampo, Magaly Blas y más. “Como lo exige la organización TED, todos nuestros expositores atraviesan por una dedicada preparación y entrenamiento. Esas charlas de 18 minutos o menos deben ser lo más directas e impactantes posible. Cada minuto es valioso para llegar directamente a la audiencia. Es por eso que todos sienten una satisfacción enorme cuando la conferencia ve la luz. Es el resultado de un trabajo fuerte de meses”, puntualiza el joven ingeniero industrial. Él, como todos en TEDxTukuy, son voluntarios y trabajan ad honorem. 

Además de esta actividad principal, estos muchachos organizan al año otros tres encuentros: uno orientado a escolares; otro, a temas de género; y un último en el que se reúnen para ver las charlas TED desde Canadá vía streaming. Si se animó a asistir, busque más información en: www.tedxtukuy.com. //

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