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cirque éloize
Vanessa Cruzado Alvarez

Se respira el jolgorio en las calles de Montreal. La decoración en sus avenidas –con afiches en francés y algunos en inglés– distrae la vista de sus imponentes rascacielos. Grupos de familias y amigos cantan y bailan junto a los artistas que tocan en vivo en cada esquina. Los ciclistas, por su parte, aprovechan el buen clima para recorrer el viejo puerto. Es verano y el cielo, con un incandescente sol, está despejado. Así nos recibe la segunda ciudad más poblada –y multicultural– de Canadá en plena celebración por el Día de Quebec, provincia a la que pertenece. Nuestra llegada a esta fiesta, confesamos, fue mera coincidencia.

Una casualidad similar ocurrió a mediados de 1984, cuando Jeannot Painchaud tenía 19 años y fue a un desfile cerca de casa, en las islas de la Madeleine, a casi tres horas en avión desde Montreal, en honor al descubrimiento de Canadá por el explorador Jacques Cartier. Un grupo de payasos y malabaristas le entregaron un afiche para un show en la noche. Hubo algo que le llamó la atención: este circo no trabajaba con animales. Compró una entrada por pura curiosidad. Sin querer, asistió al primer espectáculo –en la historia– del Cirque du Soleil. Inspirado por la presentación, decidió mudarse a Montreal para ingresar a la Escuela Nacional de Circo (École Nationale de Cirque, por su nombre en francés) al año siguiente. Tras finalizar la carrera e impulsado por sus ganas de conocer el mundo, decidió crear en 1991, junto a seis amigos de su pueblo natal, un show que reunía acrobacias, actuación, coreografías y música original. El resultado: éxito rotundo. Dos años después se consolidaron como la compañía Cirque Éloize. La segunda es una palabra en dialecto acadiano y se podría traducir como ‘sigue brillando’. Luego de más de dos décadas, esta compañía circense llega por primera vez a Lima para deslumbrar al público, así como le sucedió a Jeannot hace 35 años, con una propuesta no convencional.

-ARRIBA EL TELÓN-
Cirque Éloize fue pionero en experimentar con la corriente del circo contemporáneo, es decir, una mezcla entre las acrobacias y malabares característicos del circo tradicional más el desarrollo creativo (y actoral) del teatro. Otra diferencia es que sus presentaciones deben hacerse en lugares cerrados, de preferencia en teatros. Pero ¿por qué innovar la fórmula (exitosa) del circo tradicional? Jeannot, que ahora a los 54 años también es director creativo de la compañía, comenta con un inglés afrancesado, propio de algunos locales, que eso no fue fortuito.

(Foto: Richard Hirano)
(Foto: Richard Hirano)

“Este movimiento, como me gusta llamarlo, empezó en la década de los 80. Hubo un referéndum para que Quebec se independice de Canadá, pero perdimos. Las personas estaban deprimidas y, de pronto, empezaron a volverse creativas para expresar lo que sentíamos como comunidad. Hubo muchos festivales de música, malabaristas, bailarines e incluso obras teatrales en la calle. Eso motivó la apertura de la École Nationale de Cirque en 1981 y la formación de Cirque du Soleil tres años después. Luego llegamos nosotros, en 1991. La suma de esos tres [eventos] cambió la industria. Fue natural”, explica, como si fuéramos alumnos de historia del circo, curso que se imparte en el primer año de la escuela. El creativo nos recibe en Quebec, a cuatro horas en tren desde Montreal. Una ciudad que parece haberse detenido en el tiempo por su atractiva arquitectura colonial, pero con la modernidad del primer mundo y con mucha presencia artística en sus calles.

-RUN AWAY WITH THE CIRCUS-
Aventurarse a hacer algo nuevo. Esa es la interpretación más acertada de la frase en inglés de arriba, que es mencionada un par de veces por Jeannot mientras esboza una sonrisa al hablar de sus viajes junto al Cirque Éloize. En sus 26 años como empresa, han realizado 16 espectáculos originales en más de 500 ciudades en el mundo. ¿Qué inspira a un hombre que ha visto y vivido prácticamente todo? “La literatura, las películas, el teatro en general. Es una mezcla entre eso y dónde estamos como sociedad, dónde vivimos. Es cuestión de mirar alrededor”, confiesa.

Este año, como adelantamos, se presentarán por primera vez en Perú con Hotel, una obra que justamente surgió con esa noción de lo que nos rodea. “En el tiempo que llevamos en la industria, hemos pasado bastante tiempo en hoteles. Un día te sientas en el lobby y tratas de imaginar la vida de las personas que ves pasar. ¿Qué sigue? Haces una obra”. Y así fue. Se juntó con Nicolas Boivin-Gravel para trabajar la idea.

Hotel tendrá a 12 artistas en el escenario del Gran Teatro Nacional. Habrá actos con pole chino, hula hoop (también conocido como hula hula) y malabares, acompañados de números musicales.
Hotel tendrá a 12 artistas en el escenario del Gran Teatro Nacional. Habrá actos con pole chino, hula hoop (también conocido como hula hula) y malabares, acompañados de números musicales.

La historia se desarrolla en un vestíbulo. Los asistentes descubrirán las enredadas vidas de 12 personajes a través de música en vivo, teatro, danza y acrobacias. Los artistas seleccionados provienen de Canadá, Estados Unidos, Francia, Suecia, Rusia y Alemania. “Tal vez digan un par de cosas en español, pero las canciones van a estar en inglés. La música es universal y estoy seguro de que igual se van a conmover”, adelanta Nicolas.

Esta nota empezó con una confesión y también termina con una. Para entender el formato del circo contemporáneo, Cirque Éloize nos invitó a ver Seul Ensemble, que puede traducirse como ‘Juntos a solas’, una obra inspirada en el artista quebequense Serge Fiori y su música. Ballet y hip hop se conjugaron en coreografías con acrobacias sin andamios. Este circo hará honor a su nombre y traerá su brillo a la ciudad gris. //

MENTE MAESTRA:
Nicolas Boivin-Gravel (en la foto) lleva siete años como head coach (entrenador) y parte del equipo creativo del Cirque Éloize. Es el hombre responsable de Hotel, el espectáculo que llegará a Lima en las próximas semanas. Para este show, se inspiró en el Gran Hotel Budapest, la comedia de Wes Anderson que obtuvo nueve nominaciones al Óscar. “Siempre es un reto pensar qué tipo de disciplinas (entre canto, baile y acrobacias) son las más adecuadas para cada presentación”, admite. Le tomó un año y medio concretar la idea, buscar a los artistas idóneos y decidir los números. En la función de 85 minutos ininterrumpidos, adelanta, hay momentos cómicos, emotivos y, sobre todo, con mucha música. “Hotel es un buen ejemplo de lo que es el circo en Canadá. [Los asistentes] la van a pasar bien”.

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