Luis Miranda

Las hallacas no son tamales. Los amigos venezolanos no admiten comparaciones. Se parecen por fuera pero no lo son. Son las delicias que anuncian la en ese país. Basta despojarlas de la cobertura de hojas de plátano para descubrir una tenue masa de maíz repleto de sabores que enamoran y que, ciertamente, no se parecen a nuestro delicioso tamal, salvo por la forma y el color.

“Nosotros empezamos a celebrar Navidad desde el primer día de diciembre. Nuestros clientes saben que dese ese día ya pueden pedir hallacas”, me dice Jesús, Gómez, administrador del restaurante El Budare de Barranco, uno de los templos de la buena cocina llanera y donde vemos relucir las ambarinas hallacas sobre cada mesa.

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“Yo me siento melancólico porque me hacen falta mi familia y mis hijos, pero a la vez estoy feliz porque aquí hemos conformado nuevas familias con otros compatriotas y nos sentimos como en casa”, señala Luis García, que nos muestra otros componentes de la nochebuena norteña, como el pan de jamón y el cerdo asado.

Otros de los entrevistados nos contó que ya tenía a toda su familia en Lima y que solo faltaba traer a la suegra.

Hacia finales del 2023 vivirán en el Perú alrededor de un millón seiscientos mil refugiados y migrantes llegados del país de Simón Bolívar, según estimaciones de la plataforma R4V y que cita Jorge Baca Vaugham, jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones en el Perú, en un reciente artículo.

Ellos ya están presentes en 17 de las 24 regiones del país, aunque un 75 por ciento reside en Lima.

Esto en el 2020 representó un aporte al fisco de 139 millones y el 0,02 del PBI. Las contribuciones de ese año en impuestos fueron de 88,3 millones de dólares.

El aporte de los médicos venezolanos durante la pandemia fue crucial en momentos en los hospitales no se daban abasto.

Sin embargo, los migrantes y sus hijos deben enfrentar problemas, como la falta de cupos en los colegios, y los deficientes servicios de salud, además de estigmas sociales como la xenofobia. Muchas veces los venezolanos son vistos como competencia de las plazas de trabajo.

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En un reciente informe de Plan International realizado en Colombia, Ecuador y Perú se pone de manifiesto la violencia de género que afecta a las niñas y adolescentes de ese país. El 19% del total de las participantes mayores de 15 años afirmó estar embarazada o haber enfrentado embarazos tempranos. Estas tasas son más altas en Perú, en donde el 13% de las participantes reportó esta situación, en comparación con el 8% de las niñas y adolescentes asentadas en Colombia y Ecuador.

Sin embargo, su presencia no solo es un reto sino también una oportunidad. “Dejé parte de mis hijas y mis nietos, pero tenía cinco años que no veía a mi hijo y la alegría más grande fue reencontrarme con él aquí en Lima”, me cuenta Ercilia Lazo. “Estamos muy agradecidos de lo bien que nos ha recibido el Perú. Me siento más tranquila viviendo aquí”.

En el restaurante, ubicado en una alameda barranquina, vemos a varios peruanos llevados por sus amigos chamos, que descubren los sabores del país que llegó de pronto a nuestras tierras. Y no solo hallacas, también cachapas, arepas rellenas y otros platos que empezarán el camino del mestizaje hasta quizá ser parte de nuestra gastronomía.

El 18 de diciembre se celebró el Día del Migrante. Que la fecha sea un motivo de reflexión y de acción. La fuerza con que los buenos venezolanos luchan por salir adelante debe ser un motivo de inspiración.

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