En la década del 80, Christopher Gardner tuvo que criar solo a su hijo mayor mientras dormía en las calles de San Francisco. Eso durante un año. Finalmente se hizo corredor de bolsa y, con el tiempo, multimillonario. Will Smith hizo de Gardner en el cine.
En la década del 80, Christopher Gardner tuvo que criar solo a su hijo mayor mientras dormía en las calles de San Francisco. Eso durante un año. Finalmente se hizo corredor de bolsa y, con el tiempo, multimillonario. Will Smith hizo de Gardner en el cine.

Por el teléfono, Chris Gardner cae bien. Eso, más allá de que uno pueda discrepar de alguna de sus reflexiones. Es amable, bastante risueño y parece estar genuinamente convencido de lo que predica. No tendría que mentir en aras del márketing, en todo caso. Él ya era multimillonario cuando empezó a dar conferencias motivacionales por todo el mundo, fina cortesía de la fama brindada por la película En busca de la felicidad (2006). En ella, Will Smith recrea en la ficción lo que a Gardner le pasó en la vida real en los años 80. El hombre, abandonado por la madre de su hijo de 14 meses, tuvo que criarlo solo y en la bancarrota mientras dormía en las calles de San Francisco e intentaba conseguir trabajo. Finalmente lo hizo como corredor de bolsa. La perseverancia, pues, lo llevó para arriba. Luego, no solo abrió su propia compañía, sino que amasó una fortuna estimada hoy en US$ 60 millones. 

¿Qué lo hace feliz ahora?
Número uno: tengo salud. Número dos: como padre soltero he logrado criar a dos jóvenes excepcionales. Número tres: tengo el mejor trabajo del mundo. ¡Soy abuelo! Mi nieta acaba de cumplir nueve y la adoro. Y debo decirlo, cuando uno se vuelve abuelo, te olvidas de los hijos [ríe]. Estoy bendecido.

Ha dicho que no siempre está feliz, pero que siempre está buscando serlo. ¿No puede llegar a ser eso agotador?
No, no me canso. Tengo problemas y desafíos, como todos. Pero sé que, al final, son bendiciones. Solo se puede crecer si hay esfuerzo y lucha de por medio. No hay otra forma.

Usted señala que todo se resume a creer en uno para conseguir algo. Pero hay cosas que no dependen solo de eso. Si uno está enfermo, no se puede sanar a sí mismo con desearlo únicamente.
Yo creo que los planes B apestan. Solo debe existir un plan A. Si alguien tiene una enfermedad, el plan A partiría de plantearse: ¿cómo puedo vivir mi vida de la mejor manera en esta situación? ¿Cómo podría tener acceso al mejor tratamiento médico posible? Ahora, nadie elige estar enfermo, pero pasa. Y lo digo desde la posición de alguien que hace cinco años, un mes y doce días, perdió al amor de su vida. Mi esposa murió de cáncer al cerebro. Nadie eligió eso, pero sí luchar y vivir nuestras vidas lo mejor que pudimos durante el tiempo que nos quedaba juntos.

¿Es posible alcanzar la felicidad completa tras la muerte de alguien querido?
Holly y yo estuvimos juntos 20 años. Nunca estuvimos en un break, no nos divorciamos ni renunciamos el uno al otro. Ella murió. Eso significa para mí que no hemos terminado. Y nunca lo haremos mientras esté en mi corazón. Tomó mucho tiempo, pero he llegado al punto en el que, cuando pienso en ella, sonrío. No es fácil, pero sí se puede. Cuando pierdes a alguien que te ha amado incondicionalmente sabes que es probable que eso no pase de nuevo. Es muy difícil aceptar que algunas de las mejores cosas de la vida solo suceden una vez. Yo lo he hecho. Ahora estoy en un punto en el que no necesito otra mujer que me ame. Con que le guste, estará bien [se ríe]. Estaría cool con eso. Suficiente.

Hablemos de los hijos. Muchos padres piensan que darles lo que ellos no tuvieron es proveerles una vida mejor. Pero pasa que a veces se les da de más. ¿Le ocurrió ello tras volverse millonario?
Claro que sí. Absolutamente. Después me di cuenta de que no estaba haciendo de ellos mejores personas, solo les estaba dando más cosas. Los padres cometemos ese error, por lo que los niños desarrollan la creencia de que son inherentemente merecedores de privilegios o trato especial. Mis dos hijos lo hicieron. ¿Sabes cómo lo arreglé? Empecé a quitarles todas sus chivas [ríe]. Un ejemplo. Una vez, ambos volvieron con malas notas del colegio. Era Navidad. Estaba el árbol con todos los regalos envueltos. Les dije que no íbamos a abrir nada hasta febrero, después de ver la siguiente libreta. No guardé el árbol y ellos tuvieron que explicarles a sus amigos que iban a la casa el por qué. Al final, nuestro perro Bruno, un enorme rottweiler, se comió los presentes. Sin querer, me ayudó. Así, mis hijos supieron que yo hablaba en serio. ¿No hay buenas notas? No hay engreimientos.

¿Cómo están ahora?
Bien. Les di educación, sí. Pero son independientes. No viven de mi bolsillo.

Las nuevas generaciones son las de la inmediatez. Renuncian rápido. No toleran la frustración. Perseverar puede ser un mensaje que nunca lleguen a entender.
Oh sí, los millennials quieren todo ahora. Pero eso no significa que lo vayan a conseguir todo ahora. Van a tener que cambiar el chip y concentrarse en hacer su tarea para eso. No van a poder saltarse de la A a la Z. Tienen que ir A, B, C, D... Toma tiempo y trabajo. Van a tener que entender que donde hay un joven que no se esfuerza, hay otro que lo hace el doble, que está estudiando, ensayando, practicando. Eso va a hacer la diferencia entre quien firme la parte delantera del cheque y quien firme la parte de atrás.

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