(Foto: Luis Miranda)
(Foto: Luis Miranda)
Luis Miranda

Desde el segundo piso del penal Sarita Colonia surgen ruidos de máquinas de coser y tijeras, como si de pronto el establecimiento penitenciario del Callao se hubiera convertido en una especie de sucursal de Gamarra. Luego de ingresar al recinto y subir por unas estrechas escaleras, atravesamos un pasadizo rodeado de talleres ocupados ahora por camas y pacientes de covid en recuperación que me saludan demacrados desde su encierro.

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