El fortalecimiento de las capacidades de las comunidades donde se ejecuta el proyecto de amunas tiene un impacto directo en su calidad de vida.
El fortalecimiento de las capacidades de las comunidades donde se ejecuta el proyecto de amunas tiene un impacto directo en su calidad de vida.
/ ©Bernardo Arcos Mijailidis / Archivo: Arcos-Alcaraz
Redacción EC

Sembrar. Dar motivo, causa o principio a algo (acepción número 4, DRAE). En tiempos de sequía, el no solo se guarda o se raciona: también se siembra en la tierra. Así debe ser para garantizar que llegue a todos —el año entero— y así se hacía en el Perú desde la etapa preínca, a través de las amunas o canales, una técnica ancestral de infiltración que almacena agua de lluvia para abastecer al centro-oriente del departamento de Lima.

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Desde 2020, la empresa Backus ha logrado recuperar 24 kilómetros de amunas en los distritos de San Pedro de Casta y San Lorenzo de Huachupampa, en las alturas de Huarochirí. El trabajo se viene realizando gracias a alianzas estratégicas (entre ellas, la Cooperación Alemana para el Desarrollo, agencia de la GIZ en el Perú, y Aquafondo) y un compromiso clave con los habitantes de la zona. La labor ha representado una mejora en sus niveles de ingresos, oportunidades y emprendimientos, pero también es una garantía para que las futuras generaciones puedan acceder al recurso hídrico con mayor facilidad.

“La comunidad trabaja con nosotros desde el inicio de la reparación de las amunas. Nuestra meta es cumplir el sueño de recuperar 67 kilómetros para el 2025″
“La comunidad trabaja con nosotros desde el inicio de la reparación de las amunas. Nuestra meta es cumplir el sueño de recuperar 67 kilómetros para el 2025″
/ ©Bernardo Arcos Mijailidis / Archivo: Arcos-Alcaraz

“La comunidad trabaja con nosotros desde el inicio de la reparación de las amunas. Nuestra meta es cumplir el sueño de recuperar 67 kilómetros para el 2025″, explica Geraldine Schanks, gerente de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Backus. “El agua es fundamental para el desarrollo y el riesgo de que nos quedemos sin agua dulce a nivel global es latente. El cuidado de este recurso es uno de nuestros pilares de sostenibilidad”, continúa Schanks.

Con una inversión de más de cinco millones de dólares, el proyecto no solo permite el almacenamiento, sino también el transporte del agua desde la cuenca alta hasta los ríos Santa Eulalia y Rímac. Una travesía que empieza desde lo más alto, y que es solo es posible gracias a un esfuerzo conjunto. El trabajo en equipo siempre es la solución. //

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