Antes de la Costa Verde, Lima era una ciudad que vivía de espaldas al mar, por la ausencia de playas. (Foto: Elías Alfageme)
Antes de la Costa Verde, Lima era una ciudad que vivía de espaldas al mar, por la ausencia de playas. (Foto: Elías Alfageme)
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Oscar García

Con la rapidez con la que solemos dar por sentadas las cosas importantes, al menos dos generaciones de limeños hemos asumido que la Costa Verde siempre estuvo ahí. Bajar al mar es un trámite sencillo hoy, al que apenas concedemos atención. Peor aún, “ir por la Costa Verde” se ha vuelto sinónimo de usar una vía rápida si se va en auto, como si se tratase solo de un atajo para llegar a otro lugar.

Sobra decir que así no eran las cosas hace más de medio siglo. A sus 89 años, la historiadora María Delfina Álvarez Calderón tiene un recuerdo vívido de “cuando no había playa” ahí abajo. La Costa Verde en su época, dice, era como la zona de San Miguel hacia la Punta: un mar embravecido en el que violentas olas rompían al pie del acantilado. “Si los limeños querían veranear en esos años, se tenían que ir hasta el Callao, a la Punta o a Cantolao, donde había balnearios, o iban hasta La Herradura, en Chorrillos, que era una playa hermosa para bañarse y pasear”, recuerda.

Aunque hubo un antecedente durante el gobierno de José Pardo, fue el presidente Augusto B. Leguía, según Álvarez Calderón, quien tuvo la voluntad de construir una vía que conectase La Punta con Chorrillos, al sur, hasta la zona de La Chira, por la que subiría hasta la carretera Panamericana.

Antes de la Costa Verde, Lima era una ciudad que vivía de espaldas al mar, por la ausencia de playas. (Foto: Archivo Histórico El Comercio)

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Antes de la Costa Verde, Lima era una ciudad que vivía de espaldas al mar, por la ausencia de playas. (Foto: Archivo Histórico El Comercio) FOTO: EL COMERCIO
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En ese empeño se inauguró en 1928 el primer tramo de la avenida Costanera, que moría a la altura de la avenida Brasil. “Ese malecón tenía una vereda muy ancha en donde se paseaba la gente. Ahí una se encontraba con un montón de amigos y conversábamos hasta la noche, todo era muy bonito. Yo tengo 89 años, así que esto no me lo han contado, yo lo he vivido”, añade la magíster en Historia.

Tras la caída de Leguía, el proyecto de una vía litoral fue descartado por décadas en los sucesivos gobiernos. Hasta que llegó un joven arquitecto e ingeniero para venderle a Lima la visión de que se podía construir playas, vías y bajadas y hasta hoteles ahí donde solo había piedras, agua y acantilados escarpados.

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