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Jóvenes prolongados
Oscar García

El día que Humberto Acha preguntó si podía entrar a la triatlón Ironman, le pareció que todos se ponían de acuerdo para desanimarlo. No lo hagas, hermano. Ya no estás para eso. ¿Qué quieres demostrar? “Un día estaba en la playa y veo unos locos que salen nadando, cogen unas bicicletas y se ponen a pedalear. Me quedé sorprendido y pregunté si eso lo podía hacer yo”. El deportista de espíritu competitivo que alguna vez fue había quedado cautivado con lo que vio y la negativa que le dieron no hizo más que alentarlo. Tenía entonces 65 años. Hoy carga con 73 y sigue en lo mismo. Ha viajado a las mejores competencias. En su pantorrilla puede verse un tatuaje. Se lo pusieron otros ironmen como él, luego de una carrera internacional. Una señal de que es parte de una élite de deportistas.

La sociedad suele empujar a los adultos mayores a la inactividad. Si pudiera, los pondría hasta debajo de la alfombra. Los condena a una vida sedentaria, a mirar el televisor, como si fueran un estorbo. Todo eso, que se hace bajo la excusa de protegerlos, en verdad les hace más daño que bien. Acaba acelerando su proceso de envejecimiento físico y su deterioro mental, cuando el secreto menos oculto para conservar la juventud y retener la energía, según los médicos, pasa necesariamente por una vida de actividad física, una buena alimentación, lectura y deporte. ¿Quiere saber un caso de éxito? Basta revisar el ejemplo de Mick Jagger.  

Muévete como Jagger
Este 26 de julio, el cantante británico cumple 75 años al mando de los Rolling Stones, con un físico que no se ve muy diferente del que tenía a los 20. Su agilidad de gato y su energía en general son también motivos de asombro, por su aparente incombustibilidad. Cálculos que se han elaborado sobre su vitalidad indican que, en cada noche de concierto, Jagger recorre al menos 20 kilómetros sobre el escenario, mientras va de un lugar a otro. No es su única actividad física. Cuenta con un entrenador, el noruego Torje Eike, que lo acompaña desde hace 25 años y le manda sesiones de ejercicios de tres horas diarias, cinco veces a la semana. Es él también quien vigila su dieta, similar a la de un atleta de alta competencia.

Si alguna vez Jagger tuvo sus excesos, los cambió hace décadas por método y regímenes saludables. El resultado es lo que vemos en escena. Un hombre que apenas ha cambiado en 50 años, con una cintura de 71 centímetros y un peso de 67 kilos. Si quisiéramos vernos como Jagger, habría que entender que lucir así es su profesión. Todo eso cuesta. 

Otro músico con una energía inagotable es Bruce Springsteen (68), que puede dar conciertos de tres horas y media de duración, cada noche. Salta, corre y se lanza sobre su público como si fuera un adolescente. Y cuando su banda hace pausas y se retira a descansar, él se queda con su guitarra acústica a entretener al auditorio. En su autobiografía del 2016 narró que todo eso nace de su lucha contra la depresión, pues la actividad física genera endorfinas, neurotransmisores opiáceos que producen una sensación de felicidad. 

Este es el secreto de la juventud
“Alrededor de los 50 años, el cuerpo del hombre empieza a decaer. Es lo que en medicina se conoce como apoptosis; es decir, la muerte programada de las células. Lo que hay que hacer es prepararse en la vida para que esa caída sea como en un planeador y no en picada”, anota Gustavo Saravia, médico cardiólogo que predica la buena salud con el ejemplo. Tiene 60 años pero nadie le cree a primera vista, sobre todo cuando lo ven avanzar rápidamente por los pasillos de la clínica San Felipe.

Saravia parece haber firmado un pacto con Mefisto, pero él asegura que el secreto de su juventud está en el triángulo de la salud: cuidar la parte física, la intelectual y la emocional. “Para lo primero tienes que hacer ejercicio. Se recomienda como mínimo 150 minutos a la semana de ejercicio cardiovascular (caminar, correr, bicicletear) y 75 minutos de pesas”. La parte intelectual la estimula leyendo y la emocional la ejercita con una receta inusual: el optimismo. Saravia es el tipo que ve el vaso lleno, filosofía que se puede internalizar con práctica, asegura. “El ejercicio es bueno, pero pienso que más importante todavía es la alimentación. Yo odio la palabra dieta. No se trata de sufrir. Se trata de comer con orden”.

Humberto Acha, que trabaja como vocero en la cadena de gimnasios Bodytech, está casado desde hace más de 30 años con Patricia Jorquiera (66), que es otra envidiable muestra de lo que hace una vida ordenada en la conservación del físico. Patricia aparenta 15 años menos, y la impresión se acentúa cuando se la ve flexible en sus ejercicios de pilates. Además, corre: por estos días se prepara para una carrera de siete kilómetros, pero lo normal es que se mida en competencias mucho más esforzadas. “En mi caso, el yoga me ha ayudado mucho y yo lo he conocido a la vejez. Es maravilloso, te hace estar activa, te obliga a meditar y te da mucha paz”. Ella sabe que hay muy pocas maratonistas de su categoría en el país. Afuera sí le ha tocado ver corredoras de 80 años. Esa es su meta. Correr y ejercitarse hasta que el cuerpo le pida chepa o que “el señor me lleve”. Confía en que pase un buen tiempo hasta ello. 

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