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canoas
Vanessa Cruzado Alvarez

El cielo y el mar parecen estar cubiertos por un manto celeste. Son las 5:30 de la mañana y un grupo de aproximadamente 30 personas de distintas edades se prepara en la playa Los Yuyos de Barranco para internarse mar adentro en cinco canoas polinesias, también conocidas como outrigger canoe, waka ama, vaka o va’a. Cualquiera de esos nombres vale. Minuto y medio de polichinelas. Unos segundos más para las flexiones en los brazos y las piernas. La vista se despeja y augura un buen día. Concluido el calentamiento y con chalecos salvavidas puestos, los equipos arrastran sus embarcaciones hasta las aguas saladas para emprender el viaje a puro remo. A esta actividad se le conoce como va’a, un deporte que hoy en día tiene buena acogida en Australia, Francia y Nueva Zelanda, y se practica en más de 100 países, incluido el nuestro.

La distancia que separa a esta playa de la Costa Verde con el triángulo polinesio –constituido por Hawái, Nueva Zelanda e Islas de Pascua– es de 7.645,45 kilómetros. Sin embargo, un deportista peruano se encargó de reducir este trecho. En 2006, Rafael Belmont conoció las canoas polinesias gracias a Flavia Chávez-Tafur, una practicante de va’a que ha vivido 20 años en la Polinesia. Tras la plática y un viaje a Australia para empaparse del tema, el también empresario se animó a traer la actividad deportiva a este lado del Pacífico. Bastaron unas fotografías, y buen ojo, para que el constructor de embarcaciones Hugo Acuña y sus hijos diseñaran las va’a a base de fibra de vidrio con bordes de madera, el ama (estabilizador) y los dos iakos (estructuras de madera que unen el ama a la canoa). Cuatro años después, el 1 de noviembre del 2010, Moana Nui se convirtió en la primera canoa que navegó por aguas limeñas. Al mismo tiempo se fundaba Inkanoa Perú, el club pionero del outrigger (como le dicen en regiones de habla inglesa) en el país.

“El sueño de Belmont es que toda persona pueda practicar este deporte, sin excepción”, comenta Carlos León, presidente del club náutico Naylamp Perú, que, junto a Inkanoa y otros cuatro equipos, conforma la Asociación Peruana de Clubes de Va’a.

A los entrenamientos asisten hombres y mujeres desde los 13 hasta los 74 años, quienes practican para las distintas categorías: Open (libre), Cadete (hasta los 16 años), Junior (hasta los 20 años), Master 40, Master 50 y Master 60. Además, pueden practicarlo personas con alguna discapacidad motora en las extremidades inferiores. Tal es el caso de Raúl Laserna Ríos, del club Inkanoa, quien suele movilizarse en silla de ruedas, pero cuando entra al mar dirige la canoa como ninguno. “La discapacidad no es incapacidad. Puedo hacer más cosas que la persona convencional”, comenta el remero de 31 años. “En mi caso, todo depende del control del tronco y de ir a la par con la canoa. La canoa y yo somos uno solo”, agrega.

El mar no recompensa a los que están demasiado ansiosos o impacientes. El va’a es una prueba de ello. Aquí, cada integrante tiene una función crucial y se concentra en ello. El número uno es el stroker o el que marca el ritmo. La segunda persona es la consciencia del primero. El tercero es uno de los motores. El cuarto, el motor principal. El número cinco, además de balancear la canoa, también es timonel y ayuda al último, pero no menos importante, a direccionar la embarcación. A eso le suman una técnica ancestral de los polinesios: el canto o hut para mantener el ritmo. Los impares reman a la izquierda y los pares, a la derecha.Antes de la duodécima remada, el capitán avisa a sus compañeros para que sepan que viene el cambio. “El trabajo en equipo es clave y hay que estar mentalmente preparado para eso”, explica León.

Quienes practican el va’a han aprendido, quizá, la más importante lección de los polinesios: el Ohana o familia. “Cuando sales a remar, lo haces para tu equipo. Las carreras y las medallas son secundarias”, reflexiona Maga Dalmau, capitana del equipo de mujeres del club Naylamp Perú. “Ese es el espíritu del va’a. Compartir, dar, recibir”, agrega. Para practicar el va’a solo se necesita de voluntad. El resto, como todo en la vida, se aprende. //

CONTACTO:
Las clases teóricas gratuitas son todos los sábados de 9:30 a.m. al mediodía en la playa Los Yuyos. Más información en la página de Facebook de la Asociación Peruana de Clubes de Va’a o al 997 585 708.

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