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Javiera Arnillas

"En vez de felicitarme a mí, abran la puerta a la diversidad. ¿Cuántos estudiantes trans tienen estudiando ahí?”. Este es el último mensaje, categórico y sagaz, que se lee en la cuenta de Twitter de la actriz transgénero chilena Daniela Vega. Lo publicó antes de subirse al escenario del teatro Dolby de Los Ángeles el 4 de marzo para presentar una canción nominada al Óscar; antes de volver al mismo, junto al equipo con el que trabajó en Una mujer fantástica, luego de que esta se alzara como mejor película extranjera. El tuit iba como dardo para la Pontificia Universidad Católica de Chile, que le deseaba suerte a través de la misma red social. En el Perú, mientras tanto, algo sin precedentes ocurriría el 5. Los alumnos y alumnas trans de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) podían iniciar el trámite de cambio de nombre en la documentación interna que la entidad emitiera sobre ellos. Eso, sin importar lo que dijera el DNI. Eso, sin importar lo que dijera nadie. 

Dos golondrinas sí pueden hacer un verano, piensa de todo esto Javiera Alejandra Arnillas Cartagena, mujer trans, actriz, modelo, alumna de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP, activista. Ella abraza ambos acontecimientos porque sabe que la visibilización de una realidad genera debate, reflexión y con el tiempo, espera, empatía. Los tiempos se muestran algo afables, sí, pero cree que falta todavía para que sean más justos y a ese fin aboca todos sus esfuerzos. Protagonizar el primer filme de temática trans en el país fue su primer grano de arena. Ser vocera de la causa en el campus de Pando y donde se necesite, el segundo. Compartir su historia personal en los medios masivos de comunicación, el tercero. Todo suma, pues, en la conquista de batallas que parecen imposibles.

Vida y pasiones
Javiera nació en Chincha hace 22 años. Su infancia transcurrió allí hasta el 2002, cuando, junto a su familia, partió a vivir a España por un año. De regreso, todos se instalan en Lima y ella asiste al colegio San Felipe, ubicado en la residencial del mismo nombre, donde aún vive. “Desde pequeña me sentí mujer, siempre lo supe. No podía decirlo en casa porque no sabía cómo iban a reaccionar. Todo cambió a los 18 años, cuando entré a la universidad. Allí conocí a personas que tenían la mente abierta a estos temas, que no se enceguecían por los prejuicios. Luego encontré cobijo en los grupos LGTB que allí funcionaban. Así pude ser más libre, conocer y explorar hasta que me di cuenta de que esta era mi verdadera identidad”, narra.

La decisión de cambiar físicamente la tomó en el 2016. Entonces empezó un tratamiento hormonal prescrito por un endocrinólogo, con el que bloqueó la generación de testosterona. Aparte recibió estrógeno. Javiera no habla sobre intervenciones quirúrgicas. Tampoco de su situación sentimental ni del nombre que todavía se lee en su DNI o en el pasaporte. Divulgar esa información, cree, no contribuye con la causa.  

Lo que sí aporta, sigue, es conocer el trabajo de Reforma Trans, el movimiento de alumnos y alumnas de la PUCP que impulsó que el Consejo Universitario aprobara que los estudiantes transgénero usaran los nombres (no los apellidos) que ellos decidieran para los trámites internos. “La Tarjeta de Identidad es usada para casi todas las gestiones. Pedir libros en la biblioteca, pagar la pensión, comprar el menú. Cada vez que la usábamos era un lío porque el nombre y la foto que aparecían en este no correspondían con la realidad. Igual pasaba en clases. Yo tenía que llegar 10 minutos antes que el profesor al inicio del ciclo para explicarle todo y pedirle que me llamara Javiera cuando tomara lista y en general. Era angustiante saber cómo iban a reaccionar. Afortunadamente, no he tenido malas experiencias con ellos, como sí en la calle. Odio hacer trámites, algunos se burlan, te insultan sin contemplación. No es justo”. 

La medida tomada por la universidad es para Arnillas importante porque puede marcar un precedente a nivel nacional. “Ya pasó en Argentina. La Universidad de Córdoba apostó por una reforma similar y eso dio pie a que se aprobara la Ley de Identidad de Género. Ojalá lo mismo pasara aquí”, acota. Sin legislación, por ejemplo, el título de Javiera saldrá con el nombre que figura en su DNI. Ello porque también es emitido por la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu). 

Mientras eso ocurre, ella entra a cuarto ciclo y sigue trabajando. En abril podrá verse a través de la nueva plataforma de streaming peruana, Indie, la cinta de serie B que protagonizó el año pasado, Sin vagina, me marginan. Esta fue filmada enteramente con un iPhone 6 y retirada de la cadena Cinestar en setiembre, justo antes de su estreno, a pedido de padres de familia que alegaban que esta atentaba contra la moral. “La cinta toca de manera lúdica la realidad de las personas trans en el Perú, las cuales tienen que ejercer la prostitución porque nadie más les quiere dar trabajo. Esto lo padecen muchos y no tendría que ser así. Para mí ha sido un honor representarlas”. Su participación en una nueva película, además, ya está confirmada. 

*Este reportaje publicado originalmente en marzo del 2018


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