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(Foto: Alessandro Currarino)
Oscar García

El sueño de niño de Carlos Gamboa –o de cuando era más niño, porque todavía viste ropas de colegio– era diseñar y construir ingenios autómatas multipropósito. Dicho de otra forma: lo que el chico quería era hacer robots, máquinas bien peruanas que ayudaran en las labores diarias. Gamboa, un alumno de quinto año del Colegio de Alto Rendimiento (COAR) de Ayacucho, lo cuenta todo sin mirar a los ojos pero con un orgullo que no puede disimular: gracias a los talleres de su centro de estudios, especializado en jóvenes inteligentes de bajos recursos, pudo competir en un concurso nacional de robótica, con una máquina de diseño propio capaz de identificar a las plantas que necesitan de cuidado para regarlas. También puede plantar semillas. Carlos parece un genio en ciernes, que sueña con ser ingeniero de software y lo único que necesita es el estímulo, económico pero también intelectual.

Eso último lo recibió de sobra esta semana, cuando Gamboa fue parte de un contingente de 50 estudiantes de los COAR de todo el Perú que llegó becado a las conferencias del SingularityU Perú Summit, un evento tecnológico y empresarial organizado en alianza con El Comercio y El Dorado Investments, en el Centro de Convenciones de Lima. Ellos fueron expuestos a lo largo de dos días a más de quince charlas y clases maestras ofrecidas por las mentes curiosas e infatigables de la Singularity University, una comunidad educativa global con base en Silicon Valley, quienes se enfocan en pensar el futuro de una manera optimista. En Singularity desarrollan la llamada tecnología exponencial, aquella que duplica su potencial en muy corto tiempo y que puede cambiar la vida de billones.


EL FUTURO EN SUS MANOS
Vestidos con saco azul, chompa amarilla y corbata roja, los pequeños de los COAR del Perú contrastaban con esa marea de gente enfundada en sus trajes de negocios. Ni en los momentos más duros, cuando las exposiciones desafiaban peligrosamente el umbral de atención, estos jóvenes brillantes perdieron la concentración, mientras aprendían conceptos en boga en estos días, como el valor de la disrupción, es decir, el proceso de crear una tecnología totalmente nueva que reemplace y vuelva obsoleta a la anterior. Hubo mucho énfasis también en la innovación, en abrazar el fracaso como paso para tener éxito, en los estudios en neurociencia y en longevidad; en las perspectivas de la alimentación mundial en los próximos años y también en pensar en la desigualdad económica y educativa desde el lado tecnológico.

Cada colegio invitado envió una delegación de máximo cuatro representantes, de preferencia jóvenes que hayan llevado cursos en el colegio de gestión empresarial o de innovación tecnológica, o que mostraran interés en desarrollarse en alguna de estas áreas. Ese fue el caso de Yves Geldres, interno en el COAR Ayacucho, que no se perdió ninguna charla. Cuenta que está inspirado y que saliendo del colegio, o sea, en dos semanas, quiere postular a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para estudiar biotecnología y genética. Su interés es explorar las áreas de clonación humana o poder ayudar a la detección de un genoma humano más desarrollado. Nada menos.

A las pequeñas Sherin Benites (quiere ser oncóloga) y Adela Aucapuri (lo suyo es el marketing y la publicidad), también del COAR Ayacucho, les gustó cómo las nuevas ideas expuestas en el SingularityU Perú Summit tienen el potencial de abrir mentes, especialmente en el campo de la innovación en educación, que, como se explicó en el evento, ha cambiado muy poco en varios siglos. Estar en el SingularityU era una oportunidad que no podían dejar pasar, así que ellos se organizaron para vender chupetes, panes y gelatinas para poder costear sus pasajes y estadías en una casa en Ventanilla, Callao.

Del COAR Huánuco, los estudiantes secundarios Jennifer, Gloria, Ángel y Luciano mostraron un entusiasmo similar y una capacidad que prefigura desde ya su rol de liderazgo en un futuro cercano: no se intimidaron a la hora de buscar al ministro de Comercio Exterior y Turismo, Rogers Valencia, presente en el lugar, para hacerle preguntas relacionadas al desarrollo de su región.

Llegada la hora del break, ocurrió algo similar con David Roberts, ex director de Singularity University, quien ofreció una de las charlas más intensas acerca de la disrupción y su papel en la historia. Al final de su exposición, una ola de sacos azules abordó al ponente con preguntas sobre qué lecciones se puede extraer de su discurso para aplicarlas en sus vidas. Aunque no estaba en agenda, Roberts se mostró interesado en conversar con los chicos y chicas. No faltaron quienes sacaron sus cámaras y tomaron el asunto como si se tratara de una entrevista periodística formal. ¿La razón? Poder compartir todas estas vivencias con los compañeros de clase que no pudieron venir. //

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