El capitán de la selección nacional de vóley, Eduardo Romay (25), no duda cuando remata luchando por puntos para nuestro país. Tampoco cuando tiene que elegir a qué lejano club extranjero irá a jugar cada año o qué ingenioso Tik Tok grabará para hacer reír al más de medio millón de personas que lo siguen en esa red social. Pero sí lo hizo hace tres años al decidir qué tatuaje hacerse. Deseaba uno, pero no sabía cuál. “La idea es que estos sean permanentes, por eso lo que llevara en la piel tenía que ser una constante en mi vida. Y lo que es una constante en mi vida es el orgullo que tengo de representar al Perú. Así que ahí está en mi brazo derecho: el mapa más bonito que hay”.
Un tatuaje es un tributo.
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Un tatuaje es identidad.
Coinciden artistas, tatuados y psicoanalistas en que las razones para inyectarse tinta en el cuerpo con el propósito de que figuras o elementos permanezcan perennemente son diversas y numerosas. Especialmente hoy, en el 2021, cuando distinguirse del resto es para muchos una necesidad. Esto viene apuntalado con que, a diferencia de un par de décadas atrás, los tatuajes no se asocian más a tribus sociales particulares. En la actualidad es muy común ver a personas de distintos orígenes, condiciones sociales, sexo, edad o grado de instrucción con algún distintivo indeleble en la epidermis. Concuerdan tatuadores locales, sin embargo, en que hay un interés creciente por parte de sus clientes en iconografía relacionada con el Perú. De ahí que veamos cada vez más gente con un Machu Picchu pintado en la espalda o un ají en el antebrazo. Perros sin pelo, montañas de Siete Colores, toritos de Pucará, banderas, Pikachús con Inca Kola en mano, santos, diseños precolombinos y más. Talento y creatividad sobran. Motivos e inspiración, también.
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Un tatuaje es la fotografía de un momento.
“Una vez, una chica vino para que le tatuara el torso. Tenía que ver con Chincha, donde creció. A un lado, en las costillas, le puse un árbol de algodón. Del otro, la rama de un algarrobo. Eran los que le marcaban el camino a su casa”, le cuenta a Somos Daniela Tizón (34). Ella tatúa en su estudio independiente de Barranco desde hace tres años y su especialidad son los diseños pequeños, finos. Últimamente, dice, ha realizado varios trabajos que tienen que ver con el Perú, vinculados, a su vez, al hogar o nuestra cultura. Recuerdos, finalmente, que quieren ser detenidos en el tiempo. “Hay un feeling especial cuando hago estas ‘chambas’. Si alguien viene para que le escriba un nombre, genial, pero no hay una conexión mayor. En cambio, si el pedido es el mono Nasca, se genera una complicidad entre tatuador y tatuado. Se vuelve toda una experiencia común. Y eso es muy ‘paja’”.
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Un tatuaje es una motivación.
Para cuando usted lea este reportaje, el campeón de surf Miguel Tudela, orgulloso vecino de Punta Hermosa y una de las cartas más importantes de la delegación de deportistas nacionales que competirán en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ya debe haber llegado a Japón. Su meta, nos ha enfatizado, es el oro. Las chances están a su favor. Hace muy pocos días, de hecho, se proclamó ganador de la categoría open hombres de la primera fecha del Tour Continental ALAS 2021, en México. Y en esa victoria, como en las otras, como en los entrenamientos y en los tropiezos, termina descubierta, en hombro y brazo, una composición de tatuajes que él asocia a la isla de Pachacámac. “Hay un caballito de totora, un inti (el sol), un cóndor y los motivos de un manto paracas”, narra. Es, a fin de cuentas, el mar, su mar. Y su tierra. Esa por la que buscará una medalla en el certamen deportivo más difícil del mundo.
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Un tatuaje es también signo de admiración.
La pandemia interrumpió las clases de Bárbara Macera (29) en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Ella es artista plástica y tatuadora desde hace un año. Fue allí donde se reconectó con la historia del Perú, de la que se había distanciado desde la épocas del colegio. Fue allí donde se empapó de la iconografía mochica. “Me pareció extraordinaria. Mientras más aprendía sobre ella, más me convencía de que debía tatuarme algo que estuviera relacionado. Entonces tengo en el hombro y brazo esta vasija en la que se ve a un sacerdote. Me parece hermoso”, afirma Bárbara. Nueve horas estuvieron inyectando tinta en su piel. “Quedó perfecto, liso. Como si hubieses untado mantequilla en un pan...”. En la parte interna de una de sus pantorrillas tiene, además, a una tejedora cusqueña. Bárbara quiere que la gente le pregunte sobre la gráfica en su piel porque desea hablar sobre la maravilla de arte de la antigua costa norte. Y la del sur. Y la de todos lados.
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El tatuaje es, finalmente, nostalgia. Alegría.
“Entre mi experiencia en Lima y Nueva York, puedo decirte que estos motivos peruanos también los piden mucho quienes emigran”, explica Zhimpa Moreno, propietario de Zhimpa Tattoos, estudio establecido hace 11 años en Lima, y otro recientemente inaugurado en Nueva York, a donde se fue a radicar hace dos años. Él empezó a tatuar a los 17 en una tienda pequeñita de Jesús María y se formó en cursos y convenciones en el extranjero por casi dos décadas. Para él, los tatuajes con temática bicolor hacen sentir al que se va cerca del terruño. Recordar contento de dónde se viene. “Yo mismo tengo en el cuerpo una chacana, un huaco y la caricatura de un mono. A mi hermano, que vive en Alemania, le tatué una máscara de la diablada y un tigre, de esos que están en los camiones. A su lado dice: Querer es poder. Le quedaron muy bien”. O como quien dice, pintaditos.
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La antigua ‘Marca Perú'
- La bioarqueóloga de la PUCP Elsa Tomasto Cagigao indica que existen pocas pero importantes evidencias de que los antiguos peruanos se tatuaban.
- Se ha encontrado momias en zonas en las que el clima ha permitido la conservación del tejido blando, es decir, la piel.
- Los vestigios humanos más destacables de tatuajes en el antiguo Perú pertenecen a la cultura Paracas.
- “Estas momias tienen motivos figurativos como tiburones, aves marinas y seres míticos. Pero también los hay geométricos: rayas, puntos y diseños escalonados”, dice.
- “El clima y los fenómenos de El Niño complican la conservación en el norte. El caso de la Señora de Cao [en la foto: sus pies, piernas y rostro muestran serpientes y arañas], de la cultura Moche, fue una excepción porque se la encontró en la parte alta de una pirámide. Por último, hay algunas momias tatuadas de Chimú, una de las civilizaciones prehispánicas más recientes”, agrega.
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LAPADULA Y UN INDIO
- El hoy héroe de la selección peruana de fútbol, Gianluca Lapadula, fue víctima de bullying a fines del año pasado cuando reveló que tenía un tatuaje en honor a su origen peruano (foto inferior).
- “Mis orígenes, la mitad de mi corazón, la mitad de mi sangre”, escribió junto a la imagen que mostraba lo que parecía ser un indio apache estadounidense.
- La aclaración. Luego explicó que su tatuaje se inspiraba en los bailarines de la agrupación Los Pieles Rojas, fundada hace décadas en homenaje al Señor de la Soledad de Paramonga (La Libertad).
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