¿Quiénes somos los incondicionales entonces? Los he encontrado por varias partes de Rusia y también se han quedado por todo el Perú.
¿Quiénes somos los incondicionales entonces? Los he encontrado por varias partes de Rusia y también se han quedado por todo el Perú.
Miguel Rocca

Camino a Sochi, en un viaje en tren -otro más- de más de 24 horas, comienzo a pensar en una de las palabras más oídas durante la participación de Perú en el Mundial de : "Incondicionales". 

Ya lo decía Luis Miguel (tan de moda últimamente) en una de sus mejores interpretaciones: "tú la misma de ayer, la incondicional, la que no espera nada...". O también lo dice Wikipedia: "que es muy aficionado a una cosa o persona, sin limitaciones ni condiciones". 

¿Quiénes somos los incondicionales entonces? Los he encontrado por varias partes de Rusia y también se han quedado por todo el Perú. 

Incondicional es la señora que, junto a su esposo y su hijo, llegaron al Arena Khimki, desde la selva peruana, solo para seguir a la selección. Incondicionales son los locos que siguen cantando, a pesar de que no tienen acceso al entrenamiento peruano, vienen de todas partes y se unen en un solo aliento. 

Incondicionales son los señores que vinieron desde lejos -y son miles- que no vuelven al Perú hace años porque decidieron hacer su vida afuera, pero sintieron que aquí, en Rusia, podrían volver a sentirse más peruanos que nunca. Desde Australia, Estados Unidos, Canadá, España, Japón, etc. La selección peruana fue -y seguirá siendo- un motivo para ser feliz. 

Incondicional es el hincha que está viendo los -hasta ahora- 32 partidos que se han jugado en el Mundial, pero, obviamente, le presta más atención, y cada uno de sus sentidos, a los de Perú. Desde nuestro territorio, o pasando nuestras fronteras, camiseta bien puesta (blanca, roja o negra) alentando por 90 minutos. 

Incondicionales somos los que "invadimos" Saransk, Ekaterimburgo y (en unas horas más) Sochi, con entrada en mano, y en algunos casos no. Lo importante era estar cerca al equipo, porque se lo merecía, porque nos lo merecíamos. Incondicional es la chica que viajó, junto a toda su familia, para conocer Europa, pero sobre todo, para llegar hasta Rusia a alentar, todo bien planificado. Uno, dos o tres partidos, había que estar y se estuvo. Incondicional es la familia, que aún con un solo integrante peruano, tiene a todos ellos con camiseta peruana bien puesta, y desde cualquier rincón del globo, alientan también, sin parar. 

Incondicional eres tú, que aún trabajando o cumpliendo otras labores, te das el tiempo de seguir y alentar a la selección: desde tu smartphone, desde la tele en la oficina o desde tu radio. Cualquier excusa es buena para estar pendiente de Perú. 

Incondicionales son las chicas que, venciendo temores, se enrumbaron solas en esta aventura loca de seguir a la selección, a pesar de los peligros (esperemos se acaben) que supone viajar solas hacia un territorio tan lejano. Lo son también aquellos que compraron entradas para cuando pasemos a octavos, cuartos, semifinales y quién sabe hasta dónde más. No cumplimos, claro está, pero estuvimos. Y eso importa más, a veces. 

Incondicionales son los chicos y chicas de "La Blanquirroja", "Sentimiento Blanquirrojo" y "La Franja", quienes nos enseñaron nuevas canciones para poder alentar cada vez más fuerte a Perú. Incondicional es el señor Chauca (a.k.a. "El hincha israelita), quien cambió las azoteas en los alrededores de La Videna por los estadios rusos. 

Incondicionales somos todos los que lloramos, nos emocionamos, se nos estremeció el cuerpo al escuchar "Contigo Perú" y el Himno Nacional en los estadios rusos. Desde los recintos deportivos aquí en Rusia, desde la casa en Lima, Piura, Cusco, Iquitos, desde cualquier rincón del país donde cada uno de nosotros se sintió más peruano en esos momentos. Si esperamos 36 años, habría que ser de piedra para que esos instantes no nos muevan. 

Somos incondicionales también, porque aún en la adversidad de las dos derrotas sufridas, nos quedábamos hasta el final, de pie, aplaudiendo a la selección por el esfuerzo hecho, por la entrega mostrada, por el objetivo no alcanzado, pero con la convicción de que pronto volveremos a estas grandes lides. 

Incondicionales son mis compañeros Rolly y Arturo, quienes continúan dándoles la mejor información de la selección peruana a través de todas nuestras plataformas en El Comercio. Lo es también David, compañero de la redacción, quien viaja en este mismo tren hacia Sochi, para seguir viendo al equipo peruano. Lo son todos los que en el diario continúan trabajando, hora a hora, para darles la mejor información de este torneo. 

Por ellos, por todos, por nosotros, que hoy llegue ese grito de gol que tanto estamos esperando.

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