Gabriel Costa se estrenó en la Bicolor el último jueves en el duelo ante Ecuador en Nueva Yersey, Estados Unidos. El uruguayo-peruano fue convocado recientemente por Gareca. (Foto: GEC)
Gabriel Costa se estrenó en la Bicolor el último jueves en el duelo ante Ecuador en Nueva Yersey, Estados Unidos. El uruguayo-peruano fue convocado recientemente por Gareca. (Foto: GEC)
Miguel Villegas

¿Quién es más peruano? ¿El que nació peruano o el que está orgulloso de ser peruano?

fue titular en la última fecha doble de amistosos FIFA por Perú, y aunque nació en Montevideo, dice vos en lugar de tú y su mayor influencia fue Francescoli antes que Oblitas, hizo grupo rápido, corrió como pocos y mostró una sensibilidad que -a veces- ni nosotros mismos tenemos con la selección. Ese equipo al que le reclamamos un "papelón histórico" cuando pierde feo y luego, cosa de tres días, merece "caravana" si gana 1-0.

"Qué gran partido, feliz y un hermosa sensación", escribió Costa en sus redes sociales y en esa brevedad dijo más que los millones de tuits de amor que salen cada vez que juega la selección. Otros -hay que recordarlo- hace un par de años nomás no se ponían nunca una camiseta de Perú y otros más, eligen cuando venir.

Es, sin duda, la gran sorpresa de la convocatoria. Gabriel Costa (20 partidos, ocho goles en 2019) es lo que varios analistas llaman ‘un llegador’, es decir, un atacante que en el papel nace por fuera y su apetito, absolutamente natural, lo jala siempre hacia la zona del 9. Encima, tiene pegada con ambos perfiles -hay golazos suyos en YouTube-. De hecho, el año pasado, su fantástica temporada en Cristal, llegó a las 26 anotaciones, que se transformaron en más de un millón de dólares, pagados por Colo Colo, donde hoy juega.

Desde esa función –extremo– y ya conocidas las -predecibles-condiciones de un Carrillo o un Flores, incluso de un Polo y un Hurtado, la selección encuentra una opción más para jugar a como juega Perú, este Perú flexible que va por las bandas, que desde allí asfixia y libera su juego por el centro, y que así puede pelear una nueva clasificación. Además, el peruano-uruguayo tiene el bonus de ubicarse también en el espacio donde hoy Cueva es dueño sin condiciones.

Si canta el himno, prepara mazamorra o se hizo un selfie en Machu Picchu, no importa tanto como su notable exigencia para encarar un compromiso que asumió desde su nacionalización: defender una camiseta a partir de la profesión elegida, no de su discurso. Contra Ecuador y Brasil jugó 117 minutos, cumplió con rigor de debutante el plan encomendado por Gareca -salida y tapón, y viceversa- y ante el Pentacampeón, nada menos que ante el Pentacampeón, fue uno de los que más pases certeros tuvo: 12 al compañero. Ahora le toca seguir jugando, competir en la liga chilena, y mantener ese perfil bajo que tanto lo ha ayudado a entrar en este grupo mundialista que es el de Perú. Así llegó Balerio, así sumó Julinho, así lideró Ibáñez tantísimo tiempo.

El año que ya está pasando sirvió para recuperar a Zambrano –un central–, destacar a Christofer Gonzales –un medio– y ahora un atacante –Costa–: tres por año ya sería más que una buena noticia, un notición.

Si usted quiere estar, está. Bienvenido, señor Gabriel Costa. Esta es la selección mundialista de Perú//

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