USO EXCLUSIVO DE SOMOS. PROHIBIDO SU USO EN OTROS MEDIOS. FOTO: NATHALIA DELGADO NACHTIGALL @AZULARTWORLD La experiencia estaba cargada de un entusiasmo contagiante: era una explosión de color, alegre y a la vez invasiva. (Foto: Nathalia Delgado Nachtigall @azulartworld)
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Nathalia Delgado Nachtigall

Hace más de 20 años escribí en Somos mi primer artículo sobre la India. Durante este tiempo he vuelto varias veces a ese maravilloso país, y en esta cuarta oportunidad he participado por primera vez del Holi, su fiesta más importante y colorida, que marca la llegada de la primavera y que se realiza en el pueblo de Vrindavan, Uttar Pradesh (a tres horas de Nueva Delhi). La gran diferencia ahora es la en que me tocó vivirla.

Antes de iniciar nuestro viaje estábamos al tanto de los casos de en la China, que ya se había expandido a Italia y España, pero decidimos continuar con el plan pues solo había cinco casos en la India. El 6 de marzo, en mi escala en Newark, me sorprendió que nadie llevara máscaras y no hubiera inquietud en el ambiente. Pero al llegar a Delhi nos revisaron la temperatura y allí el uso de guantes y mascarillas era mayoritario.

Por esas fechas el Primer Ministro de la India, Narendra Modi, solicitó a los gobiernos estatales cancelar las actividades públicas relacionadas con el Holi, a pesar de que el país entero esperaba con enorme entusiasmo participar en los tres días de festejo (9, 10 y 11 de marzo). El Primer Ministro incluso tuiteó que no acudiría a ninguna festividad. Aunque eso no impidió que el resto del país sí lo hiciera.

USO EXCLUSIVO DE SOMOS. PROHIBIDO SU USO EN OTROS MEDIOS. FOTO: NATHALIA DELGADO NACHTIGALL @AZULARTWORLD
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Nunca imaginé ver esa muchedumbre de personas —más de 30 mil— bailando en las calles, participando en los juegos, lanzándose polvos de colores y tocándose los rostros unos a otros. Una celebración de tres días en donde se rompen las barreras sociales, donde todos salen a divertirse y a celebrar la victoria del bien sobre el mal. Aunque el resto del mundo empezaba a practicar el distanciamiento social debido al , el contacto humano tenía su máxima expresión en el Festival del Holi.

La experiencia estaba cargada de un entusiasmo contagiante: era una explosión de color, alegre y a la vez invasiva. Todos te tocaban el rostro con los polvos multicolores, algunos lo hacían con suavidad deseándote un buen Holi; otros lanzaban los polvos desde más lejos y nadie se salvaba. Al principio fue sorprendente y divertido pero a medida que la inmensa multitud se aglomeraba, este fenómeno social se tornaba preocupante e increíblemente contradictorio en una coyuntura como la que nos encontrábamos.

Ante esta situación surge una pregunta casi de forma natural ¿por qué la India continuaba con sus celebraciones en medio de los temores generalizados por el COVID-19?

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En este enorme país las tradiciones y la religión son intensamente celebradas y pueden tener prioridad incluso sobre la salud. Se dice que el espíritu de Holi fomenta el sentimiento de hermandad en la sociedad hasta tal punto que los enemigos se reconcilian en este día. Personas de todas las comunidades y religiones participan en un festival donde las castas, tan importantes en la India, parecieran difuminarse para celebrar juntas.

Hasta la celebración del Holi solo había 30 contagiados de en una población de más de 1,300 millones de habitantes. Uno de los primeros casos se produjo cuando un grupo de turistas italianos transmitió el virus a sus guías hindúes. El ciclo de contaminación se consideró inicialmente un “problema de extranjeros” y no un asunto de alta prioridad en medio de las festividades. Yo lo confirmé de primera mano porque cuando los participantes locales veían a los miembros de nuestro grupo en la celebración, escuchábamos unos susurros nerviosos -“coronavirus”-, la única palabra que podíamos entender.

El gobierno indio tenía muchos otros problemas con los cuales lidiar en ese momento, como por ejemplo mantener a la multitud tranquila en medio de la locura y evitar estampidas durante la celebración. Hay que tener en cuenta que esta fiesta celebra simultáneamente en todo el país.

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Aun así, se habían implementado diferentes normas cuando solo había 17 casos. Se medía la temperatura de los viajeros en los aeropuertos y también a los huéspedes que ingresábamos a los hoteles. Estos establecimientos tampoco recibían a nadie durante los almuerzos ni cenas, salvo a quienes se hospedaban en ellos. El Taj Mahal, en toda su grandeza, cerró sus puertas a los 40 mil turistas que lo visitan diariamente, y esta fue la primera medida drástica que combatía la aglomeración de turismo. Cuando los contagiados se elevaron a 90 la India cerró sus puertas dejando de otorgar visas de ingreso a los ciudadanos extranjeros, aunque los que ya estaban en el país podían quedarse. Hoy con 519 casos y 10 muertes, el Primer Ministro Modi ordenó una cuarentena a nivel nacional de 21 días, que pondrá a prueba la capacidad de una nación gigantesca para reaccionar ante la creciente crisis.

Los días venideros son cruciales para ese país. Si no es capaz de manejar esta etapa durante las próximas tres o cuatro semanas, podrían tener no miles sino millones de casos confirmados, porque las cifras crecerían exponencialmente.

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El nos trata a todos por igual, como la celebración del Holi, donde todos éramos iguales. En el Holi éramos seres humanos expresándonos y ahora el universo nos pide otro tipo de expresión desde nuestros hogares. //

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