Flor Ruiz

“Claro que recuerdo el día que fui a sacar mi , hace once años. Desde adolescente yo sabía que quería ser Flavia, así me conocían en mi comunidad achuar, en el río Corrientes. Por eso no estaba contenta con decirle al tramitador que mi nombre era Larry Shapiama Sandy, nombre que mis padres me pusieron al nacer. Ese día, al llegar a la Reniec, me vestí como varoncito y me quité mi maquillaje. Al regresar a la casa, seguí siendo Flavia, me vestí como soy, una . He dejado de ir al centro de salud, me molesta tener que soportar que me llamen como hombre, algo que ya no soy, o que me traten mal. Dígame, señorita, ¿acaso eso no es violencia?, ¿acaso eso no es discriminación? Ojalá algún día, pronto, nos acepten como somos, que cambien el nombre y el sexo en el DNI, pero no sabemos cómo ni cuándo será”. Flavia, 27 años, vive en Iquitos, la ciudad con mayor población trans después de Lima y Callao.

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Es también la ciudad que reúne la mayor cantidad de niñas y adolescentes trans que huyen de sus comunidades nativas por maltrato, discriminación o trata. Muchas, como Flavia, son acogidas, con cuidado y afecto, por doña María Palmir Guerra, de 78 años. En su vivienda, en el asentamiento humano Nuevo Versalles, María da refugio desde hace más de una década a adolescentes trans.

Claudia Diogenes Armas (de pie); su madre, María Palmir Guerra; y Flavia Shapiama. “Claudia y su mamá me han acogido. su casa es como mi refugio”, dice Flavia. (Foto: Flor Ruiz)
Claudia Diogenes Armas (de pie); su madre, María Palmir Guerra; y Flavia Shapiama. “Claudia y su mamá me han acogido. su casa es como mi refugio”, dice Flavia. (Foto: Flor Ruiz)
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Claudia Armas, 36 años, su hija, nos comenta: “Yo soy trans. Mi madre ha sido mi mayor apoyo, ella siempre ha acogido a varias chicas que vienen desde sus comunidades. Muchas ni siquiera tienen su DNI, nunca lo han sacado, no están informadas. Por eso en la pandemia no han podido recibir ningún apoyo. Ahora soy promotora de las brigadas móviles urbanas, busco convencer a la población LGTBIQ+ para que acuda a su atención periódica en el centro de salud. Es importante sensibilizar a las profesionales en salud para la debida atención y con respeto a la población trans. En mi caso, si yo te enseño mi DNI, yo no soy ese hombre que sale allí. Ese día que saqué mi DNI, me hicieron quitarme mi maquillaje, que me amarre el pelo. Algún día espero dejar de ser Carlos, pero por el machismo peruano veo muy difícil que este sueño sea posible”.

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Si bien el activismo ha impulsado en los años muchas acciones a favor del colectivo en la ciudad de la selva, la situación de pobreza que vive la población trans en los asentamientos humanos es latente y permanente. “Los asentamientos humanos donde viven se inundan, comen una sola vez al día, duermen en cuartos alquilados, no tienen DNI y no han recibido apoyo ni bono alguno. No saben sus derechos, permiten que las llamen en masculino”, afirma Carol Carlote Ríos, 33 años, presidenta de la Red Trans Loreto (RTL), quien también labora en el Gobierno Regional.

Desde la RTL, con 30 socias activas, Carol pide que se reconozca el cambio del género y el nombre en el DNI. “Es urgente la Ley de Identidad de Género, que nos da derecho a nuestra identidad, a educación, atención en salud y trabajo. Actualmente, tenemos que demostrar que estamos pasando por una terapia hormonal, una pericia psicológica. Además, dependemos de la voluntad de los jueces para acelerar estos procedimientos”, reclama Carol.

Dos instituciones, la Red Trans Loreto (RTL) y CHERL (Comunidad Homosexual Esperanza Región Loreto), trabajan por los derechos de la población transgénero, personas cuya identidad de género no concuerda con su sexo de nacimiento. De izq. a der. Pierina Ezeta, Mariana Armas y J. Lozano. (Foto: Flor Ruiz)
Dos instituciones, la Red Trans Loreto (RTL) y CHERL (Comunidad Homosexual Esperanza Región Loreto), trabajan por los derechos de la población transgénero, personas cuya identidad de género no concuerda con su sexo de nacimiento. De izq. a der. Pierina Ezeta, Mariana Armas y J. Lozano. (Foto: Flor Ruiz)
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Clauco Velásquez Wong es director de la Comunidad Homosexual Esperanza Región Loreto (CHERL), institución que aboga por propuestas, asesoría y capacitaciones, y señala los vacíos desde el Estado para cubrir las necesidades que tienen las mujeres trans. “Hasta para sepultarnos nos entierran con el nombre de nuestro DNI. Durante la pandemia han fallecido dos compañeras trans, una en Nauta y otra en Iquitos. Ambas fueron enterradas con el nombre legal por sus padres, quienes nunca estuvieron cerca y terminan decidiendo”. ¿Qué obtiene una chica trans con el cambio del nombre y sexo en el DNI? Clauco responde: “Su felicidad. Es la meta a la que muchas aspiran, el complemento para sentirse realizadas. Mostrarse con felicidad siendo ellas en su documento de identidad es como si nacieran nuevamente”. //

Annie Rachel (42), promotora de Salud, con su madre, doña Silvia. Con apoyo de la organización Féminas (Lima), pudo gestionar el cambio de su nombre, Julio Vásquez, con el que no se identifica hace más de dos décadas. (Foto: Flor Ruiz)
Annie Rachel (42), promotora de Salud, con su madre, doña Silvia. Con apoyo de la organización Féminas (Lima), pudo gestionar el cambio de su nombre, Julio Vásquez, con el que no se identifica hace más de dos décadas. (Foto: Flor Ruiz)
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-SUSEL PAREDES-

Se ha actualizado el Proyecto de Ley de Identidad de Género que fue impulsado en el anterior Congreso. La decisión para agendarlo está ahora en la Mesa Directiva. Puede tomar dos rutas, según su voluntad: pedir primero la opinión de la Comisión de Constitución, que preside la congresista Patricia Juárez; o pasar de frente al pleno. Yo hago un llamado a la presidenta del Congreso para que agende el proyecto. Aún no le puedo decir a mi comunidad cuándo va a darse la ley. El Congreso tiene que defender estos derechos y no esperar a que la sociedad esté convencida de que es lo correcto.

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