Conversamos con la cantante en su casa de Chorrillos -distrito donde ha pasado casi toda su vida- como parte del proyecto ‘De Inga y de mandinga’.
Nora Sugobono

Susana Baca de la Colina creció cantando en el colegio, en misa, y para las amigas de su madre. Creció con y para la música, y se hizo grande. Tiene 13 discos, 2 premios Grammy y ha compartido escenario con Mercedes Sosa, Gilberto Gil y Chabuca Granda, por nombrar algunos. Su voz ha sonado por el mundo entero y lo sigue haciendo: acaba de regresar de una temporada de conciertos en Europa. 

Baca no solo es una de las voces más prodigiosas -y premiadas- de la escena nacional: también es investigadora y defensora de ritmos olvidados de la música afroperuana. De hecho, la lucha contra la discriminación ha sido una constante a lo largo de toda su carrera. "Todavía no logramos extirpar del sentimiento de algunas personas el creer que son superiores", dice a Somos. 

Conversamos con la cantante en su casa de Chorrillos -distrito donde ha pasado casi toda su vida- como parte del proyecto ‘De Inga y de mandinga’. La acompañan en el estudio la fondista Inés Melchor; las actrices Magdyel Ugaz, Norma Martínez y Denisse Dibós; y las diseñadoras Sumy Kujon, Karen Mitre y Claudia Jiménez. ‘De Inga y de mandinga’ se apoya en la ciencia para luchar contra el racismo desde la biología genética.  

El análisis genético realizado a Susana Baca arrojó que la artista lleva en sus genes un 63.2% de genoma asiático. Le siguen un 14,7% de africana, 13.1 % de caucásica y 9% de andina. “De inga y de mandinga: eso sí está claro”, declara. “Cómo te sientes tú es lo importante. Y yo me siento realmente andina y africana. El resultado no lo cambia en nada”.

"Yo sé a dónde pertenezco. Yo me siento afroperuana. Yo soy afroperuana. Y nada más que lo diga mi espíritu”.   

Los resultados en la próxima edición de Somos.

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