MDN
De Inga y de Mandinga
Nora Sugobono

"Estoy en una industria donde catalogan a las personas por el lugar de donde vienen”. Juana Burga fue contundente en una entrevista con Somos hace tan solo un mes: en la moda también importa la partida de nacimiento. La modelo lo sabe de primera mano. Cuando llegó a París, con solo 16 años, los agentes le decían que allí no buscaban “chicas que estén en el medio” (latinas, en su caso). Burga perseveró y el resto ya es historia.  

El comienzo de la top peruana no es tan distinto del de muchas otras chicas que soñaban –y siguen soñando– con construir un futuro desde la pasarela. Marylin Saldaña (19), Janet Leyva (21) y Elena Chenguayen (19) también empezaron a descubrir el mundo de la belleza –y a descubrirse a ellas mismas, en el camino– estando aún en el colegio, con la ayuda de sus madres. Eran altas, delgadas, mestizas. Resaltaban. El panorama que allí encontraron, afortunadamente, era distinto del que sus antecesoras conocieron en décadas anteriores: pelos rubios o castaños, tez blanca u ojos claros ya no eran condiciones obligatorias para ser imagen de la nueva campaña de un diseñador o salir en un comercial. Un país orgulloso de lo propio –el del boom culinario y la Marca Perú– representaba un escenario más abierto. Las cosas estaban empezando a cambiar para bien. Empezando. 

“En el modelaje descubrí un sitio donde podía pertenecer”, sostiene Janet Leyva sobre la profesión a la cual se dedica desde hace siete años. “Antes los requisitos eran más estrictos. No se tomaban en cuenta todos los tipos, las razas. La idea de belleza que hay ahora representa una gran evolución y, de alguna manera, eso ha ayudado mucho a mi generación”, dice. La única vez que Leyva recuerda haberse sentido excluida fue en un desfile donde, a pedido del diseñador, todas las modelos debían ser de tez blanca. “Se había inspirado en una actriz y quería que todas las chicas se viesen de determinada manera. Eso ocurre”, añade. Su compañera Elena Chenguayen concuerda. “Es cierto que dependiendo de la colección los diseñadores pueden preferir modelos de cierto tono de piel para resaltar las prendas. Pueden ser blancas, pero también pueden ser en su mayoría morenas”, explica. Chenguayen tampoco se ha sentido discriminada. La modelo de 19 años admite que, de haberse presentado alguna situación similar, su opción siempre habría sido no tomárselo como algo personal. “O quizás nunca me he dado cuenta”, continúa. “Ahora están pegando mucho las chicas que se ven ‘étnicas’. Se busca lo distinto, no lo clásico. A las marcas, sobre todo en el extranjero, les interesa mostrar variedad”, finaliza. Como parte del proyecto ‘De Inga y de Mandinga’ las modelos pasaron por una prueba científica llevada a cabo en Laboratorios Biolinks para conocer más de su mestizaje. Los impresionantes resultados acompañan cada una de las fotos en estas páginas. 

Ser y parecer
La periodista y bloguera Adriana Seminario –o ‘The Androgyny’, nombre de su portal web– escribió el año pasado el libro Modelos peruanas (que se ven peruanas). Seminario sabía muy bien de lo que hablaba: ella misma había desfilado por pasarelas locales y posado para el lente de decenas de fotógrafos antes de dedicarse de lleno al mundo digital. Fue precisamente entre los comentarios de un post que Adriana vivió el racismo como nunca antes lo había conocido. “Tu piel negra, con tu cara típica andina, no creo que sea acertado combinarlas con [tonos de ropa] negros [sic]”, decía aquel usuario. Adriana podría haberlo borrado, pero no lo hizo. 

Después de presentar el libro, la periodista partió a París, donde estudia actualmente un máster. Mientras tanto, en su Lima natal, catálogos y paneles siguen mostrando un ideal racial que poco o nada tiene que ver con la realidad peruana. ¿Ha cambiado algo en un año? “Siento que han pasado varias cosas que han sacudido el imaginario relacionado a belleza que se tiene en el Perú”, sostiene Seminario. “Se han creado debates y cuestionamientos. ¿Qué significa verse peruano? ¿Qué es ser peruano? El éxito de chicas como Marylin, Janet o Elena, tanto dentro como fuera del país, recae mucho en este tema”, explica. “No son parecidas entre sí; representan una diversidad. Esencialmente se ven peruanas, pero en diferentes versiones. Eso es lo que es interesante y es lo que fue invisibilizado –y hasta denigrado– por mucho tiempo”, indica. En un país como el nuestro, no debemos olvidar que la imagen, finalmente, sí importa. 

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