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Jhair Polanco
Ana Núñez

Camino al gramado, el pequeño crack pudo ver de reojo la pelota y los chimpunes con los que Pelé anotó en 1969 su gol número mil. Jhair Polanco (12) respiró profundamente e ingresó al túnel que lo conduciría hasta el corazón verde del Maracaná (Brasil). En la cancha, los equipos del Botafogo y el Criciúma estaban ya a la espera del pitazo que los enfrentaría por la liga brasileña de ese año. Era el sábado 9 de mayo del 2014, Jhair nunca lo olvidará: ese día levantó la Copa del Mundo

Quizá no tenía las habilidades de Messi, Neymar o Ronaldo; quizá la única cancha que hasta entonces había corrido era la de su barrio, en Ica; quizá sus goles no habían sido celebrados por millones de personas alrededor del mundo, pero Jhair había logrado una proeza que era tan o más grande que las mayores victorias futbolísticas. Él había vencido al cáncer. 

Jhair Polanco tenía apenas cinco años cuando sus padres recibieron el devastador diagnóstico. Ellos habían llegado al Hospital del Niño, en Lima, luego de recorrer casi todos los nosocomios de Ica sin que ningún médico pudiese descubrir por qué al pequeño de ojos oscuros como una uva le dolían tanto los pies y las piernas. Pero una punción de médula ósea arrojó finalmente el resultado. El niño sufría de leucemia linfática, también llamada cáncer a la sangre.

A DARLO TODO

Entonces sonó el pitazo inicial. No serían dos tiempos de 45 minutos los que tendría que guerrear Jhair con sangre, sudor y lágrimas, sino cinco años en los que fue sometido en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) a constantes pero necesarias quimioterapias, que hicieron su parte para acabar con las células malignas de su organismo. La otra parte la hizo él: con su valentía, con su fortaleza, con su decisión inquebrantable de ganar el partido más importante de su vida. 

Y así fue. Para el día que cumplió diez años, ya había sido declarado libre de cáncer. Como es usual en pacientes oncológicos, al pequeño le tuvieron que realizar pruebas y análisis cada tres o siete días en un inicio, pero con el pasar del tiempo la frecuencia de las citas médicas comenzó a ser menor. Hasta que le dieron de alta general. Como él mismo dice, Jhair Polanco era un campeón de la vida. 

¿QUIÉN HIZO LA MAGIA?

A inicios del 2014, Magia –la Asociación de Voluntarias por los Niños con Cáncer– se comunicó con la FIFA. El mensaje era a la vez una petición y una convicción: un niño que ha vencido el cáncer tiene los méritos suficientes para recibir la Copa del Mundo. La Federación Peruana de Fútbol (FPF) se puso en contacto con la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), que finalmente consiguió el consentimiento de la FIFA

El 9 de mayo de ese mismo año, los potentes parlantes del emblemático estadio de Maracaná anunciaban el ingreso a la cancha de Jhair Polanco, el niño peruano que logró vencer al cáncer. El pequeño recibió la pesada y deseada copa de manos de un representante de la Federación Brasileña de Fútbol. Y la besó con los ojos cerrados. Como lo hacen los campeones.

“Ese viaje a Brasil fue una experiencia inolvidable que me dieron de sorpresa. Fuimos a las favelas, al Cristo de Corcovado, al Pao de Azucar, a las playas de Ipanema y Copacabana, y –claro– al Maracaná, que fue lo máximo. Fue espectacular recibir la Copa del Mundo y saber que la recibía por haber luchado contra una enfermedad tan dura como el cáncer”, dice Jhair desde Ica, donde hoy cursa el quinto año de secundaria. 

El hoy joven se comunica con nosotros a través del WhatsApp: “Ese momento que tuve la copa en las manos estaba tan contento que quise llevármela a mi casa :D :D Soy el único peruano que ha levantado esa copa... eso es algo que nunca voy a olvidar”, nos escribe. 

Magia, la asociación que logró que Jhair levante la Copa del Mundo, funciona con ese nombre desde hace ocho años, pero en realidad sus voluntarias son las mismas que acompañan y apoyan desde hace 34 años a los niños que sufren algún tipo de cáncer y que hasta el 2010 trabajaron con Ponle Corazón.

Este jueves y viernes, Magia realizó su octava campaña nacional en favor de los niños con cáncer. Se trata de la fecha anual en la que todas sus voluntarias y algunos colaboradores de colegios y universidades salen a las calles para pedir ayuda a la sociedad. 

El objetivo de la asociación, sin embargo, es lograr conseguir apoyo sostenido en el tiempo para poder seguir ayudando en los diferentes flancos. Magia, por ejemplo, cuenta con un albergue para niños (llamado la Casa Magia), en el que se da alojamiento a los pequeños del interior del país (y a un acompañante) que deben venir hasta Lima para recibir sus tratamientos. Magia también apoya con medicamentos e instrumental médico que es requerido en el INEN e incluso paga cursos de capacitación a sus médicos para lograr mejores profesionales. 

Hasta ahora, a la asociación de voluntarias le ha resultado todo ‘abracadabra’, pero ya es momento de que todos ayudemos a dar larga vida a la magia.

Lee la nota completa mañana en la edición impresa de la revista Somos.

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