Luis Miranda

Antes, la isla de estaba separada del continente y las aves locales y migratorias prosperaban a sus anchas en sus peñones. Pero en los 70 se hizo una obra que unió esa pequeña isla con la playa. Fue el inicio del fin para la fauna, que tenía en esta parda saliente uno de sus lugares favoritos.

Los veraneantes y algunos vecinos podían acceder caminando a la punta más hermosa de las playas del sur y, de paso, pisaban los huevos de los nidos y asustaban a aves como pelícanos, zarcillos y guanayes.

Con los años, la zona se volvió un desierto y un basurero con vista al mar. Las aves migratorias la descartaron como lugar de descanso.

A inicios del año pasado, el alcalde distrital, Jorge Olaechea, tuvo la idea de cerrar el acceso peatonal a la isla. Y es que quienes subían a ella no solo impedían el desarrollo de la vida silvestre, sino que ponían en peligro sus propias vidas.

Un año y pico después, ahora la isla ya cuenta con nuevos vecinos: grupos importantes de aves que realizan viajes estacionales en busca de alimentos, tierras templadas para reproducirse o zonas más tranquilas para invernar.

(Foto: Luis Miranda)
(Foto: Luis Miranda)

Olaechea, antiguo tablista y enamorado de la naturaleza, señala que hace muchos años que no se veía pelícanos en la isla, lo que demuestra que la medida municipal viene dando resultados.

“Se ha detectado que esta isla antes era una estación de aves migratorias”, señala.

Se tiene proyectado llevar adelante un programa de señalización del lugar con información para los visitantes. La idea es que los interesados en la observación de aves puedan hacerlo sin perturbar a los nuevos dueños de la isla.

El próximo paso es que la isla pueda ser inscrita en la lista de ecosistemas frágiles del Perú. Se espera que en abril pase a ser un área de alto valor de conservación, donde se promueva el uso sostenible de los recursos forestales y de fauna silvestre bajo una gestión local. Las gestiones se realizan de la mano del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).

“A mediano plazo lo que se busca es elaborar un plan de gestión de los recursos forestales y de fauna silvestre para las lomas costeras y la isla”, señala Manuel Ascencios, de esta institución.

El alcalde de Punta Hermosa por el PPC, Jorge Olaechea Reyes, surfista de 41 años, quiere hacer un distrito ecoamigable. Recuperar la isla es un primer paso.
El alcalde de Punta Hermosa por el PPC, Jorge Olaechea Reyes, surfista de 41 años, quiere hacer un distrito ecoamigable. Recuperar la isla es un primer paso.
/ LUIS MIRANDA

Para cumplir con el objetivo de hacer de la punta de Punta Hermosa un lugar de vida silvestre sostenible, se ha dado inicio a talleres donde participan los distintos actores locales, como la Cámara de Comercio y Turismo, empresarios locales, asociaciones de comerciantes y vecinos, entre otros.

“Es muy importante que un Gobierno local como este se involucre en estas iniciativas de conservación. A diferencia de las áreas protegidas que maneja el Sernamp, que son de gestión nacional, aquí lo que se quiere es buscar una gestión local con sus pobladores. Finalmente, habrá un beneficio a través de los servicios ecosistémicos que brindan los ecosistemas frágiles”, añade Ascencios.

La aprobación vecinal ha sido unánime. Se ha perdido un mirador natural pero se ha ganado todo un vecindario de aves que desde su nuevo bastión vuelven a encontrar la tranquilidad que ya no tienen en otros lugares de la costa. //

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