La marinera fusión es mezcla de tradición y modernidad. Vania luce un faldón de Ani Álvarez Calderón. Antonio mantiene el traje clásico, de colores neutros con faja colorida.
La marinera fusión es mezcla de tradición y modernidad. Vania luce un faldón de Ani Álvarez Calderón. Antonio mantiene el traje clásico, de colores neutros con faja colorida.
/ YAEL ROJAS
Rafaella León

Retirada durante toda la temporada de verano en su refugio norteño de Los Órganos, Vania Masías le saca chispas al suelo. No tiene nada más que un piso y espejos donde se mira equivocarse, repetir, equivocarse de nuevo hasta lograr los pasos perfectos de una marinera norteña. Las técnicas del ballet clásico y el urban dance serán para otro momento (aunque de todas maneras aparecen): por ahora nada la distrae de concretar su siguiente sueño, que implica primero aprenderse bien los pasos de la danza del faldón y el pañuelo.

Quince años después de haber fundado la revolucionaria Asociación Cultural D1, Vania ha empezado a sentir de nuevo que el cuerpo le quema por dentro (“cuando algo me vibra, leo mi cuerpo: tengo que poner manos a la obra”). Ocurrió exactamente igual cuando dejó atrás su vida de bailarina clásica en grandes compañías del mundo para darle forma a D1, cuya metodología basada en la educación a través del arte ha cambiado la vida de 8 mil adolescentes y jóvenes. Pero pasado el tiempo, como un ciclo vital o un grand jeté, ella va por más: ahora piensa en dejar con la boca abierta al mundo frente a una marinera fusión peruana. “Tengo que inventarme un nombre, todavía no sé cómo llamarla…”, nos dice al teléfono desde su centro de operaciones, a donde no llega ni señal de vida diaria ni de ninguna antena móvil. Está creando.

José de la Cruz y Hernán Muñoz desafían la gravedad y rompen líneas que separan la marinera clásica del break dance: se retroalimentan.
José de la Cruz y Hernán Muñoz desafían la gravedad y rompen líneas que separan la marinera clásica del break dance: se retroalimentan.
/ YAEL ROJAS

El pálpito tuvo una primera respuesta en los espectáculos de inicio y cierre de los Juegos Lima 2019 (Vania dirigió todo el trabajo coreográfico), donde desfilaron decenas de danzas peruanas de todas las regiones. Pero el Estadio Nacional y posiblemente los 400 millones de televidentes en el mundo enmudecieron y luego temblaron con el sonido de las tarolas: el anuncio de la ceremoniosa, zalamera y potente marinera.

Después de los caballos de paso y rodeados de flores humanas de Amancaes, aparecían la marinera de Lamas, colorida; la de Puno, que se baila con botines; la arequipeña, con tacos; la limeña, descubierta y con guitarra; y la trujillana, en todo su esplendor. “La marinera es para mí el símbolo del Perú en cuanto a mestizaje. Es nuestro patrimonio, un legado que no podemos perder. Tenemos que ver la forma de acercarla al mundo”, continúa diciéndonos, y nos parece que nada podrá detenerla.

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