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Maju Mantilla e hijos
Teresina Muñoz-Najar

mira a sus niños, Gustavo (6) y Luna María (3), y evoca con nostalgia su infancia. “Yo pasé mi niñez jugando matagente y siete pecados en la calle, en la cuadra donde quedaba nuestra casa, en Vista Hermosa (Trujillo). Me iba al colegio en bus. Mi hermana Elia y yo caminábamos solas hasta el óvalo; no teníamos miedo de nada. Así era la provincia, cero peligro. Ahora es impensable que deje a mis hijos solos un segundo. Soy cien por ciento desconfiada”.

Pero Maju sabe que tiene que criarlos para que sean felices en un mundo ciertamente más complejo que el que conoció ella cuando era niña. “Mi esposo y yo somos muy afectivos, nos comunicamos mucho con los chicos, tratamos de potenciar sus habilidades, aplaudir sus logros y motivarlos. Y ellos ya están aprendiendo que tienen que respetar las reglas y normas de la casa, no solo aquí, sino en cualquier lugar donde estén”.

A Gustavo, que ya está en primer grado, le encantan el fútbol, los animales y las platas. A Luna María, la música y el baile. “Son bien diferentes y aunque juegan juntos también se pelean. Lo que trato de transmitirles es el respeto mutuo. Quiero que ambos crezcan en iguales condiciones y que sepan que deben respetarse”. Maju cree, asimismo, que tanto los padres de familia como los profesores desempeñan un papel fundamental para que la educación sea igualitaria e integradora. “Los niños a veces se ríen de cualquier cosa y se burlan de los demás. Hay que decirles que todos tienen gustos diferentes y que la burla y la mofa no debe existir entre compañeros”.

Otro detalle importante para Maju respecto a la crianza de sus hijos es el tiempo compartido. Ella, como se sabe, graba un programa en vivo al mediodía, de lunes a viernes, y para hacerlo tiene que trasladarse hasta los estudios de AméricaTV en Pachacámac. “A las justas llego a recoger a los chicos de sus talleres”, dice.

Ha conseguido, más bien, tres semanas de vacaciones al año para poder viajar con los pequeños: “Generalmente nos vamos al norte, donde estamos construyendo unos bungalows”. Además, también cumple su sueño y es aplicada alumna de formación actoral del taller de Miguel Iza, por lo que tiene que robarle horas al día para distribuirlas entre sus hijos –“a veces tengo que dividirme en dos, porque ambos son muy independientes”.

Y es así como ha encontrado los momentos adecuados para sentarse a conversar con cada uno: “Antes de que se duerman y los fines de semana o en vacaciones, que siempre salimos de casa”. “Es justo cuando ya están en la cama que puedo sentarme a hablar y a escuchar. Si han hecho algo, les digo entonces. Somos permisivos, pero cuando hay que llamarles la atención, lo hacemos”.

La ex reina de belleza se confiesa sumamente sensible, rasgo que su hijo Gustavo ha heredado. “Él llora y se frustra, así que trato de ayudarlo”. Finalmente, Maju señala que ella está aquí para empujar a sus hijos a fin de que ellos mismos, con el tiempo, puedan resolver sus problemas y discernir. “Siempre los apoyaré”. //

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