Johana Cubillas: modelo, empresaria, periodista deportivo y hoy mamá de Benjamín en plena cuarentena. FOTO: Archivo personal.
Johana Cubillas: modelo, empresaria, periodista deportivo y hoy mamá de Benjamín en plena cuarentena. FOTO: Archivo personal.
Miguel Villegas

A los 10 años, cuando mi mayor molestia era una curita, ella tenía ya una colección de 10 operaciones que bajaba por la espalda y las dos piernas. De hecho, una línea en sus talones es la artística huella de los cirujanos. A los 20, como si la belleza le estorbara, terminó su primera carrera y empezó otra: periodismo deportivo. Como si fuera fácil y no fuera suficiente. Ahí la conocí.

Entonces, su prestigio estudiantil me alegró. era la mejor alumna de la clase en un reino de varones y cuando me fui, también. Y aunque resultaba imposible confundirla, los ojos grandes, el color idéntico, el 10 tatuado en la espalda, nunca la escuché hablar sobre su papá, el gigante Teófilo, como si eso fuera un talismán para abrir una puerta. O una pata de cabra que la tumbara.

Es empresaria con la misma naturalidad en que fue modelo. Y es hincha de Alianza porque, aunque hubiera querido, no se puede ir contra la sangre. Creo que por eso nos llevamos tan bien: yo tampoco puedo. El día en que se graduó, hace dos diciembres, luego de escribirme un breve chat diciendo “¡acabé!”, se emocionó con la medalla del primer puesto en ISIL de la misma inocente manera en que, en la Navidad de cualquier año, esperaba una llamada, un regalo, un Whastapp.

Como la tarde del último viernes, cuando me escribió enamorada: “¡Mike, te presento a Benja, mi amor”. Porque ahora, , la estudiante, la empresaria, la hija, la esposa, es la mamá de Benjamín Ichazo Blanco Cubillas, 2.547kg de peso y 47cm de estatura y a partir de esa bendición, en estos días extraños de cuarentena, de pánico por la pandemia, ella ha conocido por fin el amor.

Benjamín Ichazo Blanco Cubillas. FOTO: Archivo familiar autorizada por sus padres.
Benjamín Ichazo Blanco Cubillas. FOTO: Archivo familiar autorizada por sus padres.

Desde ese día, hemos intercambiado audios, textos, y otros secretos que estoy guardando, muy ordenados, para el día en que estos sean un recuerdo de estos tiempos. Para el día en que lo necesite. , en un breve paréntesis de su maternidad, me contó cosas como esta:

¿Cómo fue el proceso de los últimos días? ¿Estabas en Lima? ¿Sentiste miedo por la ?

No solo miedo; angustia. Porque nació en cuarentena. Porque era todo muy complicado lo que se veía por TV. Yo estaba en Estados Unidos y no habían vuelos para volver a Lima. Tuve que esperar, y con mi panzota. Me vine en un vuelo humanitario y estuve en un hotel 15 días, esperando. El último, cuando se decidía si podía irme a casa o no, me hicieron al prueba: si salía me iban a mandar a Villa El Salvador. No tenía auto, no podía salir. Gracias a Dios no tuve nada y el embarazo programado siguió: ya tenía 36 semanas. Aquí en casa me disfrazaba con guantes, mascarilla; muy estresante todo para ir a la clínica. Pero siempre el amor por mi hijo me levantaba, estaba ahí.

Benjamín nació a fines de abril, precisamente en el pico más duro de la pandemia. ¿Cómo recuerdas el parto?

Mi cesárea fue programada y ya lo sabíamos. Tú lo sabes: yo nací con espina bífida y debía dar a luz en la semana 36. Ese día, como no me pueden poner la epidural, me la tuve que bancar. Encima Juan, mi esposo, no pudo entrar a la operación. Yo sufro ataques de pánico y ansiedad: ese día debe haber sido el único día en que nunca temí, me recuerdo muy valiente. Solo quería que nazca Benjamín. Me daba miedo seguir embarazada ya. Me pusieron anestesia general pero entonces el bebe debe nacer muy rápido, para que no tenga complicaciones. Mi doctora y el pediatra me dijeron que lloró desde adentro de la panza. No lo recuerdo porque estaba dormida. Nació muy chiquito Benja pero estaba bien. Yo desde ahí me enamoré.

¿Ser mamá era lo que te habían contado?

Olvídate. Estuve en recuperación, me subieron a mi cuarto, y ahí me enamoré de mi hijo. Lo veo y lloro por la perfección, por el hijo perfecto que tengo. No puedo expresarlo con palabras. Lo veo y lloro de nuevo. Es lo más lindo e importante que tengo en la vida. Lo amo demasiado. Lo contemplo. Me lo comería, te juro.

¿Cómo es tu vida hoy?

¿Mi vida hoy? ¡Cuál vida! Es lo más increíble del mundo ser mamá, pero es caótico, estresante, deprimente a ratos. Es que quieres ser la mejor mamá y a veces no vas a poder. Me pasa ahora -llora-, por ejemplo, en la lactancia. Benjamín tiene la boca muy chiquita y no puedo... ¡parezco un vaca, te juro! Dios sabe a quién hace madres solteras y a quién no. Sola yo no podría. Con Juan he encontrado mi compañero y el apoyo en todo sentido. Porque lloro, me alegro, hago cosas, es una montaña rusa loquísima.

¿Eres feliz?

Siempre he querido ser lo mejor posible y ahora más que nunca. Entonces te frustras, lloras, y eso. Y te das cuenta que así ha llegado la una de la mañana. Pero todo vale la pena cuando le veo la carita a Benja, abre los ojos, me escucha y me sonríe.

***

Los apellidos nos resumen, sin duda, pero los nombres nos definen. Para mí, desde que la conozco, Johana Cubillas es la muchacha que corre como si fuera la última carrera, busca como si algo le faltara y llora -todavía llora- aunque alguna vez la hayas visto en la TV tan fría como una banca del malecón.

Porque también se llora de alegría. Más cuando uno ya no tiene nada que temer.

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