MDN
Maricarmen Marín
Miguel Villegas

Si el Perú que heredamos fuera una canción, sería una , es decir, esa cara mezcla de nostalgia del huayno y teclado de sábado por la noche. Lágrimas de las que te puedes alegrar. Y si hubiera que elegir quién lo cante, sin tener que bajar de sus nubes a ninguno de los dioses del género -pienso en un Chacalón (1), un Cuarteto Continental, unos Mirlos-, esa intérprete sería mujer y sería

El concierto por los 20 años de carrera es la prueba, para el día en que nos estudien.

(1) Su verdadero nombre era Lorenzo Palacios Quispe (1950-1994) y es el símbolo de la música chicha peruana. 

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La vimos bailar El Árbolito del Grupo Néctar, cuando soñaba una chance en la TV. Pero ella quería cantar. La escena de todos los días en su casa de Palao, en SMP, era así: ella interpretando una canción de Selena con su cepillo de pelo como micrófono; ella saltando en el camarote que compartía con su hermana Amparo; ella, queriendo ser más grande, tener más cosméticos, más sueltas las caderas para convertir la avenida Túpac Amaru en una pasarela de Nueva York. "Me iba así, caminando", dice ella ahora, como quien cuenta una travesura. Algún día van a llamarme -le decía a Cintya Macedo (2), su vecina-, mientras tomaban desayuno a las 6 de la mañana para ir a ensayar. Algún día van a llamarme -de decía- cuando se quedaba dormida en uno de los últimos asientos de la 36. Algún día van a llamarte -le decía Vilma, que ya no está- pero cuyo recuerdo queda en cada traje que cosió y cada sol que multiplicó, con tal de que Maricarmen Marín cumpliera su sueño de cantar.

Que en 1999 se cumplió.

(2) Cintya Macedo fue vecina y luego bailarina del grupo Agua Bella junto a Maricarmen. Por ser menores de edad, ambas fueron despedidas de su primer trabajo, en La Movida de Janet.

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Los viejos decálogos que habitan todas las profesiones vienen con dos consejos: trata bien a tus amigos y sé cruel con tu competencia. Hasta que eso se topa con y una vida pública -que no es lo mismo que pública su vida- administrada por el ángel de su carisma. Nadie habla mal de ella. Nadie registra un ampay. Nadie le saca un pantallazo maledicente de whatsapp. Viene Deyvis Orozco -el heredero del imperio Néctar (3)-, que la conoce de cuando eran niños y le dice que es "parte de su familia". Entrevistan a Janet Barboza, -la virreyna absoluta de todas las caravanas cumbieras- y la define como lo que es: "Una señora". O aparece cualquier productor de TV, director de cine, estrella de Yo Soy o Televisa y dice que le encantaría tener el sacrificado don de trabajar cuando ya se tiene mucho por trabajar. También se llama disciplina. Tiene 6 discos, 9 programas de TV, 9 telenovelas y 6 películas: esos son los verdaderos números de su DNI.

(3) Néctar es una agrupación de cumbia peruana, fundada en Buenos Aires, en 1995, básicamente por Jhonny Orosco Torres, (cantante) y Ricardo "Papita" Hinostroza (congas). Deyvis, el hijo, heredó el grupo tras la trágica muerte de todos los integrantes.

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Qué recordaba, cómo los compartía, ahora que Vilma ya no está. Iba a ser una nota ad hoc para la revista Somos. Me recibió en su departamento de Miraflores, como quien espera la visita de un viejo y querido compañero del colegio. No se lo pedía a cualquiera: es, desde que el 2016 editó su primer disco de villancicos, la Navidad misma. Por lo menos en mi casa -y en las casas que agotaron sus 3 discos- donde cada diciembre, cada julio o cada cumpleaños ella asalta desde los parlantes para cantarle a mi hijo lo que yo no tendría forma de cantar. Me enseñó su rubia muñeca Barbie -la única que tuvo-, me contó que sus -silenciosas- visitas a niñas en condiciones vulnerables le recordaron que tiene una misión y me reveló -creo que sin quererlo- que detrás de su éxito no hay ningún software diseñado en un laboratorio. También se llama transparencia.

-¿Dónde puedo encontrar la varita de Maricarmen? ¿Quién vigila todo ese merchandising?
-¿Vigila? No, la que tenía en el programa me la compré en el centro de Lima. La vi y me gustó. Nada más.

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Su concierto del sábado por la noche estuvo producido bajo los estándares de una mega evento: 15 mil personas, un escenario de más de 100 metros, una banda de 10 músicos y una lista de invitados que, imaginados juntos, fue cómo ver de nuevo los prehistóricos videos de Uranio 15: Ana Kohler, Agua Bella, Lucho Paz, los Skándalo. Quizá la reunión de las Agua Bella originales haya sido el momento musical de la noche, pues no solo la cantante recordó la época donde aprendió a bailar, a vestir o a maquillar como una chica de la TV, también decenas de miles de señoras y señoras hicieron un repaso a sus propias biografías. Del Pasito Tun tun a la Luna Bonita. Flahsback. De hecho, las ex colegialas de Skándalo ahora tienen que enviar a sus hijas colegialas con su lonchera todos los lunes. Los Skándalo, incluso hoy, deben estar en el quiropráctico, después de bailar La Culebra.

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Quizá le falte un hit internacional, un feat con Maluma, un video en MTV. O quizá ya no sea necesario. En un medio que elige los apodos más agresivos a sus estrellas, que ha estandarizado términos como "bataclana" o "jugador" y que publicita prontuarios más que carreras, el aniversario de ha tenido el justo aplauso de un recinto lleno, a veces más emocionante que tener millones. Es una ardua tarea mantener ese registro contra el cruel paso de los años. Es, por eso mismo, un premio. No recuerdo a otra niña de la música peruana que, veinte años después y con absoluta justicia, se le siga llamando Princesita.

Y todos estemos de acuerdo.

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