Hay que retroceder mucho en el tiempo para dar cuenta de una popular creencia en los yacimientos mineros de nuestro país, especialmente en los socavones: la presencia de las mujeres ahí trae mala suerte. Puede provocar que se no se encuentre el mineral deseado, que este se agote o que hayan accidentes. La única que debe merecer atención es la tierra y ella es muy celosa. Así se ha pensado no hasta hace tantas décadas. Además, claro, siempre se ha relacionado a la actividad con fuerza y masculinidad. Dicha percepción viene cambiando conforme la mujer ha ido desarrollándose con éxito en todos los demás ámbitos. Aún hay mucho camino por zanjar si tenemos en cuenta de que la minería en el Perú es un rubro en el que solo hay un 6% de participación femenina. De ahí que la historia de la ingeniera Akemi Lucero Verde sea en estos días tan digna de contar.

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