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(Foto: Ana Lía Orezzoli)

El Museo Nacional del Sombrero Peruano. Vaya lugar. Demasiada historia, cultura y preciosura junta en aquella sola frase nominal. Es un lástima que ese espacio, como tal, no exista.

La concreción del anhelo, sin embargo, vive en dos académicas que se han dedicado durante los últimos tres años a investigar las memorias, vestigios, funciones y los usos locales de tan excepcional artículo. Ellas son la antropóloga cusqueña Amparo Baca Polanco y la socióloga apurimense Mirta Peralta Flores, autoras del libro presentado en diciembre Sombreros y tocados del Perú: un encuentro con la identidad y diversidad cultural.

“En el 2015 surgió la idea de estudiar los sombreros del Perú. Tal vez como consecuencia de nuestra propia experiencia de vida, al haber crecido y vivido en la sierra sur, donde su uso es cotidiano y festivo. Es, definitivamente, una pieza cercana a nosotras. Pero fue ya nuestra formación profesional la que nos impulsó a tomar medidas necesarias para tal cometido. La más importante: empezar a viajar por todo el Perú para recabar información”, detalla Baca. Y así lo hicieron, auspiciadas únicamente por sus bolsillos y el vigoroso deseo de registrar para la posteridad una importante manifestación de lo que como pueblos hemos sido. De lo que somos.

Los sombreros, explican, cumplen más que la función utilitaria de protegerse de las inclemencias climáticas. Son, en realidad, una síntesis identitaria y simbólica. “A través de ellos podemos reconocer de dónde viene una persona, su estado civil, su trabajo, la danza que practica. Estos también pueden diferenciar claramente un pueblo de otro, a la manera de marcadores étnicos. De ahí su relevancia”, señala Peralta.

Aunque no arribaron a las 24 regiones del país, sí lo hicieron a la mayoría. El trabajo de campo incluyó localizar y acudir a talleres de productores, mercados y comunidades. Hablar con estudiosos locales, pero sobre todo con la gente de a pie. “El libro revisa el uso del artículo o sus similares en distintas etapas históricas del Perú. Así, vamos desde los tocados de Caral hasta los tiempos contemporáneos. Además, hacemos una catalogación por regiones”, acota Peralta.

Las dos subrayan que su investigación contempla el registro de 130 tipos de sombreros. “Ese no es el número total de los que existen en el país: hay muchísimos más. Lo cierto es que debe de haber tantos como grupos culturales existen... pero es una primera aproximación. Nuestro plan es seguir viajando, continuar con el acopio y el análisis de datos”, dice Baca, no sin añadir con orgullo y una sonrisa: “Nosotras poseemos esos 130 sombreros. No pudimos resistirnos y los compramos”.

Las investigadoras hoy buscan aliados para exponer su colección en el corto plazo (las fotografías de la primera y la última página de este artículo muestran algunas de sus piezas); pero, sobre todo, para levantar un museo nacional con miras al Bicentenario de la Independencia de la República, en el 2021 –Colombia tiene uno, por ejemplo–. “Cederíamos con gusto los que tenemos y haríamos una convocatoria para que todos los peruanos puedan sumar los de sus propios lugares, para que puedan colaborar con perennizar su propio legado. El sitio impulsaría, asimismo, más investigación”, concluye Peralta. Entidades públicas y privadas, mucha atención. //

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