Es más que seguro que en las cenas o almuerzos navideños, además de panetón, habrá polémica. Estamos tan fragmentados como nación y hasta la vida cotidiana se observa bajo la lupa política, que la polarización incluso afecta el interior de las familias. ¿Podremos ponernos en los pies del otro y entender sus ideas sin querer necesariamente cambiarlas?

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