(Foto: Toei Animation)
(Foto: Toei Animation)
Oscar García

En las paredes del cuarto que tenía en casa de mis padres todavía sobrevive un poster de Mazinger Z. Lo debo haber pegado ahí cuando tenía seis años y no sé bien como se las ingenió para sobrevivir intacto a toda la experiencia de crecer. O quizá sí sé: como muchos de mi generación, nosotros respirábamos series japonesas sobre robots las 24 horas. Las veíamos y luego las soñábamos. Tenían en nuestras vidas la gravedad de lo importante. Y la mejor serie de su tipo en ese entonces, la pionera -aunque eso lo sabríamos después- era Mazinger Z.

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