Un gol puede ser visto como un orgasmo. ¿Una derrota? Un pleito. ¿Una eliminación de un Mundial? El único símil posible ahí es el de una ruptura sentimental, con todo lo doloroso que eso significa. (Foto: Reuters)
Un gol puede ser visto como un orgasmo. ¿Una derrota? Un pleito. ¿Una eliminación de un Mundial? El único símil posible ahí es el de una ruptura sentimental, con todo lo doloroso que eso significa. (Foto: Reuters)
Oscar García

Ya lo dijo el año pasado un grupo de investigadores de la Universidad de Coimbra, en Portugal: la pasión por el fútbol enciende en nuestros cerebros las mismas zonas que se activan cuando una persona está enamorada. Un gol puede ser visto como un orgasmo. ¿Una derrota? Un pleito. ¿Una eliminación de un Mundial? El único símil posible ahí es el de una ruptura sentimental, con todo lo doloroso que eso significa. Acudimos a algunos expertos para determinar qué pasa en nuestras cabezas en esos momentos de jolgorio y confusión. Así es como podemos empezar el camino de dejar la pena y reconstruirnos anímicamente... de cara a la próxima Copa América. 

1. UNA FIESTA EN LA CABEZA. 

Estudios realizados en el cerebro de los hinchas de fútbol revelan que, cuando se está viendo un partido, el área de la amígdala, ubicada casi al centro y abajo de la masa encefálica, está más encendida y activa que las luces de una discoteca un fin de semana. Esta área, directamente relacionada con las emociones y su control, casi no tiene pausa en esos momentos de tensión y de vaivenes. No sirve mucho ser reflexivo. El hincha alterado puede decir que un partido X se va perdiendo porque “la gente no está animando lo suficiente” y ¡ay del que lo contradiga! Antipatriota es lo más suave que le pueden decir. 

2. EL ARTE DE PERDER (CUANDO AÚN NO SE HA PERDIDO).

El sufrimiento durante una derrota, anunciada o inminente, puede ser tal que el organismo activa la amígdala, que es la zona del cerebro encargada de procesar todo lo relacionado a la supervivencia. “Por esta razón muchos ven un partido como si fuera algo de vida o muerte. Esto porque en el pasado la tribu mandaba a sus mejores jugadores para conquistar a la otra tribu y, si perdían, eran conquistados”, dice el psicólogo Jorge Yamamoto, de la PUCP. La forma de responder del organismo ante esto es generar neurotransmisores opiáceos para calmar momentáneamente el dolor objetivo y subjetivo que se produce en esos trances. 

3. VICTORIAS QUE SABEN A DOPAMINA.

Pocas cosas más gratificantes que gritar un gol. Si ha experimentado esa sensación de bienestar que lo desborda a uno, el responsable no es tanto ese tiro libre perfecto de Cristiano Ronaldo, sino la dopamina, un neurotransmisor que nuestro cerebro segrega en los momentos en que la suerte nos es favorable. “Se da una producción intensa de dopamina en diferentes áreas del cerebro que generan sentimientos de energía y omnipotencia, lo cual explica por qué se dan largas celebraciones luego de un triunfo. Combinada con los opiáceos, da un efecto de pico muy alto”, dice Yamamoto. 

4. UN FANATISMO SIN REMEDIO.

El fútbol apela a áreas del cerebro que tienen que ver poco con los procesos cognitivos complejos, esos que nos hacen seres humanos racionales. “Muchas veces vemos a los hinchas perder la racionalidad y buscar la sinrazón para justificar por qué perdió su equipo”, dice el psiquiatra Mike Kabar, del Instituto de Neuroestimulación de Lima. El caso más descarnado de ello lo vemos en las maneras irracionales de las barras bravas. “Ahí se ve cómo la gente se mata. Si la parte más cognitiva o racional hubiera predominado, las personas se darían un momento para pensar en lo que están haciendo, en las consecuencias”, dice. 

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