150 alumnos plantaron 13 mil árboles en cinco días.
150 alumnos plantaron 13 mil árboles en cinco días.
Arturo León

A los 16 años, Sofía experimentó lo que significa salir de su “zona de confort”. No le quedaba de otra si quería formar parte de un proyecto único, junto a sus compañeros de cuarto de secundaria. Para participar, tenía que juntar la suma de 190 soles. Pero no con la ayuda ni propina de sus papás, sino con una actividad propia. ¿Qué hizo? Dictó clases de yoga, uno de sus principales hobbies. “No fue nada fácil porque me considero una persona un poco tímida, y tenía que buscar a gente más allá de mi grupo de amigas”, cuenta.

Su amiga Antonella optó por iniciar un pequeño negocio de galletas y queques de zanahoria. Le fue tan bien que obtuvo más del monto requerido. Hoy lo cuenta con orgullo, pero en su momento le fue muy complicado encontrar una forma de hacer dinero. “La verdad, me tomó mucho tiempo”, revela. “Pero fue una experiencia divertida, que creó un impacto muy positivo en mí, ya que todo ese dinero fue para ayudar una comunidad”, agrega.

Sofía y Antonella son solo dos de los 150 alumnos del Colegio Markham que recaudaron fondos por sus propios medios para viajar hasta Ccorccor, un centro poblado ubicado en Chinchero, Cusco, llamado Ccorccor y realizar una actividad social que nunca olvidarán en sus vidas: plantaron 13 mil árboles, los cuáles serán de mucha ayuda para los pobladores de este lugar inédito. Ccorccor ni siquiera se puede encontrar en Google Maps.

“Nos explicaron que en la zona de Ccorccor hay muchos eucaliptos que extraen agua del lago y eso, a la larga, no ayuda a la comunidad, pues le quita agua. Los árboles que plantamos, queuña (un árbol de la zona) hacen lo opuesto. Absorbe el dióxido de carbono como una esponja y regresa agua al lago”, dice Sofía Best, que del 25 al 30 de noviembre vivió una experiencia que le generó sentimientos de felicidad, día tras día, más fuertes.

La queuña
La queuña


Cuando a estas chicas responden a la pregunta por qué consideran que zonas así, como Ccorccor, necesitan más árboles, dan a notar que no participaron de este movimiento por cumplir con los profesores del colegio, tener mejores notas o recibir algún premio de sus padres.

“Yo creo que más que nada porque en la sierra, en un clima tan seco, y a tanta altura, se dificulta la reforestación. A eso se suma las condiciones tan duras a las que Ccorcor se enfrenta día a día como la falta de oxígeno y pesadas lluvias. Por el lado de la falta de oxígeno, los árboles van ayudar a la comunidad de Ccorcor a tener una mejor calidad de vida. Además, cuando ocurran lluvias fuertes, estos árboles que hemos plantado servirán para evitar la erosión e inundaciones, ya que estos absorben el agua”, comenta con madurez Antonella Arana.

Antonella Arana y Sofía Best.
Antonella Arana y Sofía Best.

MÁS INICIATIVAS ASÍ

Cuando chicos de 15-16 años realizan actividades de este tipo, fuera de lo que está acostumbrado cualquier grupo de estudiantes de colegio, el aprendizaje es completo. En este caso, desde que inició la recaudación de fondos, el proyecto claramente les amplió la mirada para volverse emprendedores, empezar un negocio propio, conocer los públicos objetivos, identificar clientes e, incluso, desarrollar habilidades de comunicación. De más está decir que la acción social les ayudó a crear empatía con las necesidades de otras personas y a tomar conciencia sobre el entorno donde viven. Ahora, Sofía y Antonella, por ejemplo, ya quieren ser partes de nuevas iniciativas.

“La gran mayoría de habitantes de la zona de Ccorcor hablan quechua. Probablemente, otra actividad social que me gustaría hacer es ayudar a que aprendan el castellano para que se les facilite la comunicación con otras comunidades y el resto del Perú, ya que es la lengua oficial”, expresa Sofía.

A Antonella le encantaría plantar árboles en otras zonas del Perú e invita a que otros alumnos lo hagan. “Me gustaría seguir el proyecto en otros lugares como Lunahuaná, Santa Eulalia, Huaraz, Tambopata, etc.; ya que me pareció una experiencia inolvidable. Yo voy a intentar compartir mi experiencia con la mayor cantidad de alumnos. Así como el hecho de recaudar dinero propio utilizando la creatividad”, asegura.

Si desde adolescentes adquieren esa conciencia social, en el futuro su impacto en la población puede ser más grande del que imaginan.



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