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yoga niños Manchay
Ana Núñez

El sueño comenzó hace más de tres años, en Nicaragua. La profesora holandesa Leonie van Iersel se hallaba de vacaciones en ese hermoso país centroamericano y entonces comenzaron a asaltarla una serie de pensamientos existencialistas. ¿Tiene algún propósito la vida de los seres humanos? Si así fuera el caso, ¿cuál era el suyo? Leonie pasó sus vacaciones masticando esa y otras preguntas. Al volver a casa, la joven maestra hasta había elaborado un “plan”, pero al poco tiempo cayó muy enferma. Debido a ese mal, pasó cuatro meses bajo los efectos de la morfina. “Si muero ahora, esto sería todo lo que hice en mi vida”, se dijo.

Ese mismo año, a fines de abril del 2017, ella llegaba al Perú para intentar llevar a cabo ese plan que tenía pendiente desde Nicaragua. Este partía de la certeza que ella tenía (y mantiene) de que todas las personas podemos hacer algo por tener un mundo mejor: Leonie quería hacer lo suyo en este lejano país sudamericano del que tanto había escuchado hablar cuando era pequeña a la amiga peruana de su mamá. Así llegó para enseñar en un colegio holandés, pero ver la brecha social inmensa entre ricos y pobres la golpeó de tal manera que tres meses después ya había entrado a una organización religiosa para hacer voluntariado. Ella impartiría inglés a los niños de los cerros de Manchay, mientras, de paso, los pequeños le enseñarían también el nombre en español de las cosas, de la comida y los colores.

Un día, uno de los pequeños le preguntó qué deporte practicaba y Leonie le contó que siempre había hecho yoga. Entonces vino un pedido en coro de todos los chiquitines: “¿Nos puedes enseñar?”.

Es así como, después del colegio, Leonie comenzó a dictar clases de yoga a los niños de esa zona periférica de la ciudad. Pasaron pocos días y comenzó a notar el gran cambio de los pequeños que iban a las sesiones. No era solo que estaban más calmados, sino también que comenzaban a relacionarse mejor con sus compañeros y a mostrarse más seguros. En resumen, parecían más felices. El plan que elaboró en Nicaragua comenzaba a cumplirse.

Pero era apenas el comienzo. Van Iersel quiere crear el primer colegio holístico del Perú y desea hacerlo en Manchay. En un espacio así no solo se dictan las materias tradicionales o regulares de los demás colegios, como lenguaje o matemática, sino que también se orienta a los niños en temas de salud, medio ambiente, nutrición, etc. Además del yoga, claro.

“Queremos que sea una escuela que empodere a los niños, un ambiente donde se sientan seguros, un lugar donde se les enseñe valores, donde aprendan a colaborar el uno con el otro, donde se les dé la oportunidad de alcanzar su máximo potencial y puedan realmente salir de la pobreza”, dice Leonie.

AVANZA EL PROYECTO PILOTO
En los últimos meses, muchos maestros (no solo de yoga) se han sumado a su esfuerzo, aquel que ella bautizó como Con Pazión (“porque queremos que dé paz a los niños, que les enseñe sobre la pasión y sobre la compasión”).

Este año, los voluntarios de Con Pazión ayudarán a los niños de Manchay con sus tareas del colegio, les orientarán en la creación de un pequeño biohuerto para que siembren sus propios vegetales y les darán clases de empoderamiento y yoga. Pero Leonie espera que para el próximo año ya pueda estar construido físicamente su sueño, el colegio. El primero de una serie con los que soñó hace tres años en Nicaragua. //

EDUCACIÓN HOLÍSTICA:
Esta involucra una visión creativa e integral de la educación, una educación para la vida que va más allá del aspecto cognitivo y, sin desdeñar este, se centra también en el físico, el emocional y el espiritual para formar un ser más íntegro.

La educación holística es una pedagogía humanista centrada en el estudiante e interesada, ante todo, en su formación y desarrollo como persona, en su relación consigo mismo y también, como ser en sociedad, en su relación con los demás y con el planeta.

Si deseas sumarte a Con Pazión, puedes escribir a info@conpazion.org.

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