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Gustavo Cerati y sus excesos: la vida del líder de Soda Stéreo antes de caer en coma
Toño Jáuregui

En 1986, cuando estaba en tercero de media, un amigo me pregunto si había escuchado a y le dije que no. Así que ese mismo día me puse a ver un programa musical de la época esperando a que pasen Soda y así fue. De pronto, pasaron el video del Estadio Obras, Sobredosis de TV, y desde ese momento me conecté para siempre con aquellos pelucones.

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Cuando llegaron a Lima por primera vez, no dudé en juntar mis propinas para comprar un ticket para ir al concierto en el Coliseo Amauta. En el lugar pude avanzar casi hasta la primera fila y desde ahí vi cómo tocaba la guitarra a la misma vez que cantaba y lo hacía parecer tan fácil, siempre sonriendo al público y con los movimientos contorneantes que solía hacer en sus primeras presentaciones. Esa noche fue clave para afianzar mi sueño de ser músico.

Gustavo Cerati, Soda Stereo y su ya mítica presentación en el techo de Radio Panamericana.
Gustavo Cerati, Soda Stereo y su ya mítica presentación en el techo de Radio Panamericana.

Después de aquellas aventuras de adolescente que influenciaron mi carrera como músico, tuve la suerte de conocerlo en persona en el 2003, cuando vino a Lima en su gira Siempre es hoy, y volví a encontrarme con él en varias ocasiones más: en el 2006, en su gira Ahí vamos; durante el regreso de Soda Stereo, en el 2007; y la última vez que conversamos, en un almuerzo el 24 de abril del 2010, en el restaurante La Gloria.

Lo que puedo decir de él es que era una persona fascinante, a veces podías sentirte un poco intimidado por su sabia elocuencia y astucia para conversar sobre cualquier tema. Entre algunas de las cosas que hablamos recuerdo una anécdota que contó sobre una invitación que le hizo Roger Waters a su casa. Estábamos hablando de las cosas raras que nos habían pasado en la vida y nos contó que a la mañana siguiente de su llegada a la mansión de Waters, él mismo le tocó la puerta del cuarto para traerle el desayuno. Usando ese lenguaje porteño, recalcó: “Quedé flasheado cuando vi al mismo Roger Waters trayéndome la bandeja del desayuno”.

Gustavo Cerati es la persona más genial que he conocido y, a pesar de aquella genialidad, era muy sencillo y muy agradable. Sus letras y su música están a la altura de los mejores del mundo.

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