A Illapa se le representaba como un hombre de brillante vestidura que portaba un garrote y una huaraca (honda), la cual simbolizaba a su trueno. (Foto: Agencias)
A Illapa se le representaba como un hombre de brillante vestidura que portaba un garrote y una huaraca (honda), la cual simbolizaba a su trueno. (Foto: Agencias)
Jorge Chávez Noriega

Rayos y relámpagos iluminaron el cielo invernal de la capital como sucede solo una vez cada cincuenta años, . El inusual fenómeno meteorológico generó una sensación de incertidumbre entre los limeños, pero también memes que hicieron explotar la Internet. Las tendencias iban de lo divino al manga japonés: Hola Dios, Apocalipsis, Thor, Gokú y Shenlong fueron algunos de los tags más usados. La ocasión también resultó ideal para invocar a Illapa –menos conocido como Chuqilla, Catuilla o Libiac–, el poderoso dios de la lluvia, el trueno y el rayo en la mitología inca.

“Es una divinidad que atraviesa toda el área andina, pero no era exclusivamente de la sierra. También abarca el norte del país. En la costa no solemos tener fenómenos como los de esta mañana, pero Illapa, como deidad, no dejaba de estar presente en esta zona”, le cuenta a Somos Teresa Vergara, historiadora y profesora de la PUCP. “Era un dios muy venerado debido a que estaba asociado a la fertilidad y a la agricultura”, añade.

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Según la investigación ‘El culto al rayo en los Andes centrales’, de Silvia Limón, el rayo fue calificado como una deidad de menor relevancia que el sol porque, como era considerado el ancestro de algunos grupos que fueron avasallados por los incas, su dios pasó a ser el servidor del numen patrono del pueblo dominante. “A pesar de esto, el rayo como divinidad siguió ocupando un lugar destacado entre los incas, debido a que se le atribuía el control de los fenómenos meteorológicos que incidían directamente en la agricultura. De esta manera, la hegemonía incaica fue expresada a través de sus propias creencias religiosas, según las cuales la deidad principal de los sometidos ocupaba el tercer lugar de la tríada deífica por debajo de Wiracocha e Inti”, se lee en la publicación.

“Illapa habría sido una de las divinidades más importantes del imperio, a partir de la expansión de Pachacútec, quien habría institucionalizado su culto con el fin de incorporar en el panteón inca una serie de divinidades antiguas vinculadas con el agua”, escribe la autora española Ariadna Baulenas en el artículo ´La divinidad Illapa en el panteón imperial incaico’. “Su arraigo en las sociedades preincaicas y la desvinculación de éstas con el culto solar oficial impuesto por las elites, se habrían traducido en un poder fáctico notable de la burocracia asociada a esta divinidad (la panaca de Pachacútec)”.

El apóstol Santiago en versión cristianizada del dios Illapa.
El apóstol Santiago en versión cristianizada del dios Illapa.

Con la llegada de los españoles y la instauración del virreinato, su imagen fue utilizada para evangelizar a los incas. “Al ser una divinidad importante, lo representan a través del apóstol Santiago, con un espada en la mano que simbolizaba un rayo”, comenta la historiadora Teresa Vergara. “Es bien interesante cómo usan esa representación para extender el catolicismo por todo el imperio inca”, complementa.

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El origen de la asociación entre Illapa y Santiago nos remite a los tiempos de la conquista, cuando los españoles estaban en plena lucha en Saqsayhuamán invocando a Santiago y cayó un rayo que les hizo ganar la batalla”, cuenta Ariadna Baulenas. “Es importante destacar que los arcabuces de los españoles, por su capacidad de lanzar fuego y por el ruido que emiten, fueron relacionados con el trueno y el relámpago por parte de los indígenas, quienes a partir de este momento les llamaron «illapas»”.

A diferencia de otros dioses, Illapa tenía un vínculo especial con “algunos elegidos”. “Diversas fuentes andinas mencionan la estrecha relación que guardaban algunos individuos con el dios del rayo. A este respecto establecen que, tanto entre los llacuaces como entre los llactas, los mellizos, llamados chuchus o curis, y los que nacían de pies, conocidos como chacpas, eran considerados sus hijos, al igual que los nonatos, producto de los abortos. Si los gemelos y los que nacían de parto podálico sobrevivían, eran dedicados a dicha divinidad y estaban destinados a ser sus ministros. Se evitaba que éstos fueran bautizados dentro del catolicismo para que no perdieran las capacidades especiales conferidas por el dios y, al crecer, pudieran dirigir sus ceremonias”, concluye el libro ‘El culto al rayo en los Andes centrales’. //

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