Óscar Meléndez con sus joyas en la mano: una Power, una Puma, una Player del 75 con la que jugó Cachito Ramírez en el Centenariazo y la más bella de todas: Agustina, su pequeña hija. Al lado derecho, la camiseta de culto para los hinchas cremas, una Calvo con el logo Anchor usada por Roberto Martínez en 1993. FOTOS: Archivo personal.
Óscar Meléndez con sus joyas en la mano: una Power, una Puma, una Player del 75 con la que jugó Cachito Ramírez en el Centenariazo y la más bella de todas: Agustina, su pequeña hija. Al lado derecho, la camiseta de culto para los hinchas cremas, una Calvo con el logo Anchor usada por Roberto Martínez en 1993. FOTOS: Archivo personal.
Miguel Villegas

El hombre de la vincha y melena que sale en el póster es Calvo. El extranjero que no tiene pelo es, con igual justicia, un Calvo. El gran capitán también lo es y cada uno de los señores que entre 1992 y 1993 formaron esa familia sin necesidad de compartir la sangre -aunque también- son, para millones de hinchas de Universitario de Deportes, los últimos guerreros. Los guardianes de su estirpe, siendo solo futbolistas. Hombres que durante tres años se identificaron por un color de camiseta y dos palabras que, entre sus códigos, no se dicen. Se rezan. Se recitan. Se añoran.

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