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Arequipa.

Por Rosa Aguilar

Quien ha visitado la Ciudad Blanca sabe que el casco antiguo asegura una buena experiencia cultural. Allí se le rinde culto al sillar, una piedra volcánica que da identidad a construcciones con siglos de historia, entre ellas, la gran basílica catedral.

Con un recorrido por los interiores y por su propio museo, es posible adentrarse en sus más de 470 años. La reciente campaña ‘Disfruta tu museo’ ofrece visitas gratuitas a escolares, quienes pueden explorar los antepasados religiosos de Arequipa; el último sábado del mes, la entrada es gratuita para público general.

Lo interesante de este escenario cultural (boleto general: S/ 10) es que una vez al año se rotan los objetivos en exhibición en sus tres salas: Tesoro de la Catedral, Ornamentos y el Archivo Arzobispal, por lo que es posible volver y siempre ver algo nuevo. La basílica no siempre mostró una imponente imagen arquitectónica que conjuga los estilos neorrenacentista y gótico. Su historia va de la mano de la fundación de Arequipa, en 1540, cuando con una cruz se marcó el territorio que ocuparía la iglesia.

Cuatro años después vio la luz una sencilla capilla ideada por el arquitecto Pedro Godínez. Sin embargo, un terremoto, en 1583, la destruyó; y a este le siguieron más desastres naturales (1604, escribe: rosa aguilar 1687 y 1784) y un nefasto incendio que la consumió en 1844. Tuvo que ser reconstruida en cuatro ocasiones: la última fue en 1848, a cargo de Lucas Poblete, que le dio este magno aspecto.

Trate de visitarla un martes, miércoles, jueves o domingo: podrá oír el gran órgano de Loret de 12 m de alto, mientras observa la minuciosidad del tallado en madera de las esculturas de los 12 apóstoles. //

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