Oscar García

La pequeña Zoe tenía apenas seis meses de edad cuando los doctores de le detectaron un tumor del lado izquierdo del cerebro, que requería atención especializada y urgente en la capital. Fue el inicio de un vía crucis para su madre, Ángela Béjar, que aún se conmueve al recordar el episodio, como si le hubiese ocurrido ayer. Pensaba que la fiebre que tenía la niña podía ser producto de la vacunación que había recibido, nunca que se trataría de algo de vida o muerte.

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Ángela tuvo que dejar su trabajo como corredora de seguros para consagrar los próximos cuatro años al cuidado de Zoe, pensando que debía de hacer lo imposible para no fallarle. En ese lapso, la pequeña Zoe recibió alrededor de 50 quimioterapias en Lima, una atención que la familia tuvo que costear con sus ingresos mermados y con toda la angustia material que uno se puede imaginar. Porque viajar a cada rato a la capital puede ser un lujo que muchos padres en provincias no siempre se pueden costear.

Vidawasi se ubica en el distrito de Yanahuara, en pleno Valle Sagrado de Urubamba, en Cusco.Es  primera ciudadela de salud Infantil de Latinoamérica.

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Vidawasi se ubica en el distrito de Yanahuara, en pleno Valle Sagrado de Urubamba, en Cusco.Es primera ciudadela de salud Infantil de Latinoamérica. FOTOS RICHARD HIRANO
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La expresión “mejor llévatelo a Lima” es una frase que a los padres que viven en otras regiones les sabe muy mal, como si se tratara de una sentencia anticipada. Implica juntar plata, organizar actividades, vender sus cosas y, luego, si hay suerte, emprender el gran viaje. Muchas veces acaban hospedados en pequeños albergues, cuando no acomodados en carpas a las afueras de los hospitales, solo para poder estar cerca de sus hijos por si se presenta algo. Nunca hay un minuto de descanso.

Las cifras de esta realidad son de escándalo. “Lima concentra el gran porcentaje de la atención pediátrica especializada y el 70% de los niños de provincia que llegan por enfermedades a Lima lo hacen en estados tardíos o ya terminales”, cuenta el abogado Jesús Dongo, uno de los fundadores de la organización Vidawasi, obra social sin fines de lucro que fue creada en el 2013.

En 6 meses de inaugurado, el proyecto ya ha atendido a más de 7 mil niños. Por este motivo, recibieron el premio Esteban Campodónico, otorgado por la Universidad de Piura. 
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En 6 meses de inaugurado, el proyecto ya ha atendido a más de 7 mil niños. Por este motivo, recibieron el premio Esteban Campodónico, otorgado por la Universidad de Piura. FOTOS RICHARD HIRANO
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En su visión, la descentralización de la atención de salud para niños en el país es algo fundamental y una realidad a la que el Ejecutivo y las empresas no siempre le prestan toda la atención que deberían. Es como si ya se hubiera normalizado que alguien de provincia tuviese que salir de su ciudad para poder recibir una atención médica adecuada.

PROMESA DE VIDA

Jesús Dongo y su esposa, Mariana Cano, cofundadora de Vidawasi, no han parado de trabajar para concretar un sueño. Es algo que él, hombre de fe al fin y al cabo, se lo prometió a Dios en el que parecía ser su seguro lecho de muerte. Era un 26 de junio del 2010. Dongo, entonces un exitoso profesional, había llegado a esa situación delicada luego de que un accidente casi le arrebatara la vida a él y a su hija de cinco años.

Mariana Cano y Jesús Dongo son los fundadores de la asociación Vidawasi. Una tragedia personal los puso del lado de la filantropía y la ayuda social. 
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Mariana Cano y Jesús Dongo son los fundadores de la asociación Vidawasi. Una tragedia personal los puso del lado de la filantropía y la ayuda social. FOTOS RICHARD HIRANO
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Postrado y con tubos saliendo de su cuerpo, tuvo lo que algunos llaman una epifanía o momento de claridad en la tormenta. “Cuando sientes que te estás muriendo, piensas que te vas incompleto. En ese momento, no basta con haber vivido una vida de forma correcta y con no haberle hecho daño a nadie. Sientes que debías haber ayudado más, tenías que haber ayudado a hacer el bien. En el recuento de tu vida, aceptas que fuiste un poco egoísta”, confiesa Dongo. Lo que hizo entonces, con el tórax colapsado, fue orar y rogar por una oportunidad. “Si me dejas vivir, prometo que voy a ayudar a devolver miles de vi- das al mundo”, dijo. Su rápida curación sola se la atribuye a un milagro. Y desde entonces se ha propuesto honrar aquella promesa.

REFUGIO PARA LA SALUD

En diciembre del 2021 se inauguró la Ciudadela de Salud Infantil Vidawasi, en un soleado lugar del Valle Sagrado de los Incas, entre Urubamba y Ollantaytambo. Entre sus atractivos cuentan con una importan- te alianza con el hospital St. Jude, de Tennessee (EE. UU.) y tienen al célebre doctor ‘Patch’ Adams en su directorio consultivo. El sitio ocupa 13 hectáreas que Dongo y Cano pensaron alguna vez destinar para un hotel de turistas, pero que prefirieron dedicar mejor al beneficio de su obra social. La colorida Vidawasi es amplia, con jardines y pabellones, una plaza interior y una capilla. Uno de esos edificios tiene habitaciones con camas amplias para que los padres que vienen de lejos puedan que- darse y acompañar a sus niños, si es que estos resultan internados.

Se tiene proyectado para el próximo año culminar con el pabellón de alta complejidad, para cirugía y tratamientos neoplásicos infantiles.



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Se tiene proyectado para el próximo año culminar con el pabellón de alta complejidad, para cirugía y tratamientos neoplásicos infantiles. FOTOS RICHARD HIRANO
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Otro edificio del lugar es la villa médica, para domicilar a algunos doctores residentes y para que médicos internacionales de visita puedan quedarse por unas temporadas. Desde su fundación ya han albergado algunos congresos médicos, lo que les ha permitido poner a prueba su infraestructura.

El mes pasado, la organización fue galardonada con el premio Esteban Campodónico, que otorgan la Universidad de Piura y la Fundación Clover de Nueva York. La premiación se realizó en la misma ciudadela y Somos pudo asistir a la ceremonia. En esa oportunidad se les otorgó 50 mil dólares como incentivo para impulsar la labor del centro de salud.

Yanet Lupaca y su hija Ariadne se atienden en Vidawasi. La niña recibe sus terapias de rehabilitación. Antes, tenía que gastar hora y media en ir desde Ollantaytambo hasta Cusco. Ahora la ciudadela le queda a 15 minutos.  

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Yanet Lupaca y su hija Ariadne se atienden en Vidawasi. La niña recibe sus terapias de rehabilitación. Antes, tenía que gastar hora y media en ir desde Ollantaytambo hasta Cusco. Ahora la ciudadela le queda a 15 minutos. FOTOS RICHARD HIRANO
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Aquel día de nuestra visita conocimos a la señora Yanet Lupaca y a su niña Ariadne, de 8 años, aquejada de parálisis cerebral infantil (PCI). Ella, que vive de tejer chompas y es de Ollantaytambo, tenía que viajar una hora y media hasta Cusco para que la pequeña pudiese recibir su terapia de rehabilitación, hasta dos veces por semana. “Vidawasi me ha permitido ahorrar tiempo porque me queda a 15 minutos de mi casa y acá nos han atendido muy bien”. Ariadne es una niña alegre que, por su condición, aún no habla, pero sí se comunica y sonríe cuando está contenta. Y en Vidawasi no ha dejado de sonreír.

Aquí también apoyaron el caso de Zoe, la niña con tumor mencionada al inicio de este artículo. Su madre solo tiene palabras de agradecimiento para una organización que supo ayudarla en su peor momento –cuando prácticamente vivía de la caridad–, con pasajes para viajar a Lima y con estadía en un lugar de la ciudad, un gesto que le ha permitido decir, a cuatro años de su diagnóstico, que el cáncer es solo un mal recuerdo.

La meta de Vidawasi ahora es poder dar atención oncológica especializada y cirugía pediátrica en Cusco, para lo cual necesitan terminar un pabellón. Aspiran a que en seis meses, si todo va bien con su campaña de recaudación, puedan comunicar la feliz noticia. //

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