MDN
Juan Pablo Escobar

– ¿Aló?
– No moleste, que estamos mirando si es verdad o mentira lo de mi papá.
– La policía acaba de dar un dictamen ya, una información oficial...
– Ah, hijo de mi puta vida... nosotros no queremos hablar en estos momentos... pero eso sí, al que lo mató...los voy a matar a todos esos hijos de puta... yo solo los mato, malparidos...


disparó estos cinco segundos de amenazas el 2 de diciembre de 1993 y eso le costó más de 22 años de exilio. Él, de 16, esperaba una nueva llamada telefónica de su padre, el narcotraficante más conocido y sanguinario de la historia, cuando en su lugar una periodista le informó que las fuerzas del orden acababan de abatirlo en un barrio popular de Medellín. Solo 10 minutos pasaron de eso cuando al junior le cayó encima la epifanía: si quería vivir, debía hacer exactamente lo opuesto al senior. También el arrepentimiento, por lo que en caliente se disculpó públicamente. La mal habida fortuna que heredó se la entregó a los enemigos mafiosos del papá y buscó protección para él, su hermana menor y su madre. Tras rebotar rechazados por todos los países del orbe, hallaron finalmente sitio en Argentina. Allí empezaron de cero. La vida tenía que ser nueva, así como la identidad. Por eso hoy, si a él se refieren como Juan Pablo Escobar, voltea. Pero si le dicen Sebastián Marroquín, también.

El primero es autor de libros biográficos y testimoniales de quien lo puso en el mundo: El que da las entrevistas, el que sale en la tele, el que viaja dando conferencias. El segundo, en tanto, es arquitecto y diseñador industrial. Es quien figura en los estados de cuenta del banco, en el Twitter o en el file de datos del nido de su pequeño de cuatro años. La suya, empero, no es una doble existencia. Sucede que para quienes han crecido teniendo a bandidos como nanas, ese minúsculo detalle que aparece en el DNI no tiene, en realidad, tanta importancia.

“Es como cambiarse de ropa. Yo soy la misma persona. El nombre no me define, sino lo que hago para salir adelante”, le dice a Somos, antes de su arribo a Lima, este colombiano de 40 años que se pasa la adultez reconociendo los crímenes del progenitor y pidiendo perdón por ellos a las víctimas. Todo eso sin dejar de profesarle el amor más blanco y puro de todos, sin dejar de tener en la sala de su casa en Buenos Aires una foto enmarcada con el rostro más buscado de los 80. La visita a estas tierras, que de coca saben bastante, se gesta en medio de la promoción de su segundo trabajo: "Pablo Escobar. In fraganti", una investigación que lo regresó a Colombia por seis meses para encontrarse con personas cercanas al capo, que dieran respuesta a historias que él creía inconclusas.

Así, el libro revela las conexiones que este tenía con la CIA y la DEA para dejarlo traficar por años a cambio de recursos con los que se financiaba la lucha anticomunista en Centroamérica; también la naturaleza de una ruta de droga que llevaba, semanalmente, 800 kilos de cocaína a Miami; o cómo fueron las últimas 72 horas en las que el malhechor respiró.

“Tuve temor de publicar estos relatos por lo delicados que son, pero mi compromiso es con la verdad, no con afanes revanchistas. Decidí hacerlo porque quise develar cuán oscuro es el mundo del narcotráfico, a tal punto que puede infiltrarse y corromper cualquier organización, incluso aquellas que se dedican exclusivamente a combatirlo”, aclara. “Y también porque quiero demostrarle a la juventud que no es tan bonito como lo pintan eso de parecerse a mi padre. Las consecuencias son terribles, todos acaban mal. No existen narcos jubilados”.

EL DATO

  • Juan Pablo Escobar presentará Pablo Escobar. In fraganti en la edición XXII de la

  • La cita es el domingo 23 de julio a las 7 p.m. en el auditorio Blanca Varela del recinto ferial, ubicado en el parque Los Próceres (Av. Salaverry cuadra 17, Jesús María). 

  • También en la mesa. El periodista Beto Ortiz comentará la obra y conversará con el autor.

No te pierdas la entrevista completa con Juan Pablo Escobar este sábado en Somos. 

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