Dos cuchimilcos fueron encontrados en Puente Piedra, en junio de este mes, en unas excavaciones de Cálidda.
Dos cuchimilcos fueron encontrados en Puente Piedra, en junio de este mes, en unas excavaciones de Cálidda.
Oscar García

Su figura con los brazos abiertos es recurrente en la iconografía costera, pero nadie sabe hasta hoy su función o qué simboliza. El cuchimilco, mascota de los , orgullo de los huaralinos, goza hoy de una renovada popularidad que debería servir, dicen los arqueólogos, para posibilitar más fondos y estudios sobre la .

En un repaso rápido a las iconografías clásicas del Perú antiguo, se comprueba la recurrencia de figuras feroces, provistas de garras, colmillos, ojos excéntricos y, en general, una pinta de malhumor que intimidaría a cualquiera. Ahí está Ai Apaec, el dios degollador de los moche, o las cabezas clavas, guardianas de la ciudadela Chavín. A su lado, con sus bracitos abiertos, los cuchimilcos de la cultura Chancay (1200-1470 d.C.) asemejan pequeños bebes esperando a que alguien se anime a cargarlos. Casi provoca hacerles ‘cuchicuchi’.

Hay una cierta ternura y una bondad inmanente en ellos, como la imagen de un amigo que saluda a lo lejos, aunque la impresión no consiga disfrazar lo poco que sabemos de estas figuras, tan presentes en las culturas costeras de los valles de Huaura, Chancay, Lima y otros. Los cuchimilcos y su presencia constante son un enigma por resolver: se los suele encontrar en los rituales de entierros de la costa central, pero ¿qué representaban y por qué se los colocaba ahí? Solo se pueden esbozar hipótesis como botellas arrojadas al mar.

Mientras, de tanto en tanto, la tierra hace brotar más figurines (que es el nombre que prefieren los arqueólogos). Solo en junio pasado, trabajadores y arqueólogos de la empresa de gas Cálidda encontraron en Puente Piedra la antigua tumba de un niño y, en ella, a dos cuchimilcos de unos 700 años. Ambos figurines pequeños son los que ilustran la apertura del presente artículo.

Incluso, sobre el nombre ‘cuchimilco’ hay un misterio. No proviene del quechua, el aimara u otra lengua local, y lo más probable es que se trate de una denominación contemporánea. Su sonoridad recuerda indudablemente a la lengua nahuatl (México y Mesoamérica), propiamente a la palabra ‘xochimilco’. El arqueólogo Walter Tosso, un experto en la cultura Chancay y actual curador de la importante muestra Cuchimilco –que se puede ver en el museo Amano, de Miraflores–, piensa que el apelativo se lo pueden haber asignado los huaqueros que traficaban con piezas desde los años cuarenta por toda América.

Del mismo modo opina Víctor Hugo Farfán, arqueólogo del Museo de Arqueología, Antropología e Historia, de Pueblo Libre, quien recuerda que el término no tiene origen quechua, ni rastreo en ninguna lengua practicada en el antiguo Perú, siendo una aproximación su posible significado, quizás proveniente de otras partes del continente. 

Otra teorías sobre el nombre, muy discutidas, se relacionan con una característica propia de Huaral, la tierra del glorioso chancho al palo. Algunos dicen que el nombre podría provenir del quechua cuchi, que significaría ‘cerdo’; y milco, por ‘el lugar de’. ‘Cuchimilco’, bajo esta hipótesis, sería ‘el lugar de los cerdos’, porque en esa zona hay abundante presencia de chancherías. 

- La ruta del cuchimilco -
Además de reputados artesanos textiles, los chancay fueron prolíficos ceramistas. En los almacenes del Museo de Pueblo Libre se albergan más de 18 mil piezas pertenecientes a esta civilización, una cantidad mucho mayor que las de otras culturas en su colección. De ellas, un importante número, sin contabilizar, pertenece a figurines chancay. Allí los cargan y muestran a la prensa con el esmero de quien enseña a su recién nacido. “La imagen antropomorfa con los brazos abiertos es un diseño que antecede a los Chancay, pues se ha encontrado en culturas del horizonte medio como Wari”, añade Farfán.

Tosso, del museo Amano, piensa que esta posición específica estaría relacionada con un ritual religioso. Así como los cristianos rezan con las palmas cerradas, los hombres del Perú antiguo las extendían para ponerse en contacto con la espiritualidad. Se entendería, entonces, su presencia en tumbas. Los brazos de los figurines parecen también dar la bienvenida y por ello no extraña que resultase el favorito durante el concurso para escoger a la mascota de los Panamericanos. En esa victoria tuvo que ver el organizado orgullo de los huaralinos, agrupado en asociaciones como Ahora Huaral, que hicieron campaña para que la imagen de su tierra se impusiera en la votación on line.

Alla se vive en perpetuo romance con esta iconografía. En Huaral, se inauguró el cuchimilco más grande del Perú, de cinco metros de altura y hecho con material reciclado, que es parte de La Ruta del Cuchimilco, como le llaman a un importante recorrido turístico, gastronómico y paisajístico de la zona, dirigido a los turistas que se animen a visitar esa calurosa tierra.

- Cuchimilco superestrella -
Los figurines han sido una inspiración para artistas peruanos de distintas técnicas. Se recuerda hace un par de años la serie de cuchimilcos ‘gorditos’, de Marcelo Wong, que ganó el premio Creatividad Empresarial. Hoy, en el museo Amano, se puede apreciar una instalación con figurines de cartón del diseñador industrial y artista Coque Andrade.

A nivel artesanal, el cuchimilco sigue fabricándose en Huaral, como souvenir. En Chorrillos, el artesano ayacuchano Edwin Huasacca fabrica actualmente más de cinco mil de estas figuras para que sean entregadas a los ganadores de los Panamericanos. Por su lado, Walter Tosso y la arqueóloga Susana Béjar tienen un proyecto para acercar esta imagen a los niños a través de la danza. “Cuando he revisado los íconos del Perú, llámese el tumi o las líneas de Nasca, ninguno tiene la versatilidad de ‘Milco’, que es antropomorfo, puede hablar y moverse”. La idea es que se pueda convertir en embajador y en una ‘superestrella’ de la cultura Chancay, que invite a conocer la amplitud y la maravilla de nuestro pasado. //

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