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Cuculiza
Teresina Muñoz-Najar

Para graduarse de reservista del Ejército Peruano (2010), la entonces congresista fujimorista , debía cumplir una última prueba. Lanzarse colgada de un arnés desde una torre de siete pisos hacia un cerro. “¡No mire hacia abajo!”, le gritó el oficial a cargo del entrenamiento. Y claro, ella miró. “No puedo”, le contestó aterrada. El oficial se le acercó y le dijo al oído: “¿Usted tiene miedo, usted?”. “Entonces me dio un empujón y me tiré”, recuerda Cuculiza. Esa experiencia fue, según ella, la más grata de su vida. Más aún que el básquet, deporte al que se dedicó tantísimos años. Lo evidencia la fotografía que ocupa un lugar especial en la sala de su casa samborjina, en la que ella aparece feliz en su traje de reservista, flanqueada por dos generales. Sin embargo, pasa más tiempo renegando que sonriendo. “Amanecí bien pero furiosa, para variar”, le dice a un amigo que la llama por teléfono para preguntarle por su salud.

- ¿A quién le debe ese carácter furibundo?

A mi mamá. Era una siciliana de armas tomar. Crio a sus siete hijos con una disciplina férrea. Gracias a ella yo no soy mentirosa. Si mi mamá nos chapaba mintiendo, el bofetón nos caía por cualquier lado. Ahora le agradezco mucho por haberme educado así. 

- ¿A qué edad vino a Lima?

A los nueve años [a su papá lo nombraron diputado durante la dictadura de Odría], de frente de la hacienda al colegio Belén. El cambio fue brutal. Las chicas me fastidiaban mucho por mi dejo de serrana y por mis trenzas larguísimas. Todos los días regresaba a mi casa, llorando hasta que mi mamá me dijo: “Te vas a defender y a defender bien”. Fue durísimo. Pero al tiempo me aclimaté. Conmigo, el Belén fue campeón nacional durante cinco años. 

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- ¿Por qué se volvió tan fujimorista, después de haber apoyado al Fredemo y al movimiento Somos Perú?

Yo conocí a Fujimori el día que juramenté como ministra de la Mujer. Me convocó mi amigo de la infancia, Víctor Joy Way [también huanuqueño]. Fujimori me enseñó a trabajar con humildad por los más pobres del Perú. A servir. Le estoy muy agradecida por eso. Ahora, anda a ver si la gente quiere trabajar. Anda al Congreso a ver si alguien te recibe. Yo nunca dejaré de apoyar a Alberto Fujimori y espero que sus hijos se reconcilien.  

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- ¿Cuándo comienza a interesarse por el tema de las mujeres violentadas?

Cuando fui alcaldesa de San Borja, las mujeres venían hasta mi oficina a denunciar, a llorar, a quejarse. Niñas violadas, niños maltratados Nosotros creamos la primera Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente (Demuna), que después se replicó en todo el país. Luego, en el Ministerio de la Mujer, creamos los primeros Centros de Emergencia Mujer (CEM). Y hasta ahora, hasta esta casa llegan cientos, miles de mujeres y yo las ayudo en lo que puedo. El problema en el Perú siempre ha sido el de la violencia contra la mujer y la niña. 

- Y tenemos niñas de ocho, nueve, diez años, embarazadas. ¿No se les debería aplicar a ellas el aborto terapéutico?

Pienso que sí. Yo me pongo en su lugar… esos niños son odiados antes de nacer. Saludo que haya vuelto la educación sexual a los colegios. Una niña de diez años tiene que saber cómo es el sexo. Y que se dejen de vainas esos de ‘con mis hijos no te metas’.

- ¿Cree en la pena de muerte o apuesta por la prevención?

Todas esas bestias no tienen derecho a respirar un día más. Se hace prevención, pero es difícil. Hay que trabajar mucho porque las familias vuelvan a ser familias. ¿Qué hace una niña de 14 años borracha en el boulevard de Asia, por ejemplo? ¿Dónde están sus padres? ¡Habría que multarlos!

La entrevista completa este sábado en la edición impresa de la revista Somos

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