Efecto dominó: Graves errores, algunos reconocidos por el mismo PPK en su último mensaje a la Nación, lo habrían puesto contra las cuerdas. (llustración: Nadia Santos)
Efecto dominó: Graves errores, algunos reconocidos por el mismo PPK en su último mensaje a la Nación, lo habrían puesto contra las cuerdas. (llustración: Nadia Santos)
Juan Carlos Tafur

El primer y más grave error político de PPK ha sido no haber entendido la particular circunstancia que implica ser gobierno con una mayoría opositora en el Congreso.

En tal escenario, solo quedan dos caminos: o se cogobierna con esa mayoría allanándose a términos de intercambio propios de un pacto político; o se confronta con ella para provocar un cambio en el tablero de ajedrez (puntualmente, una disolución del Congreso). PPK no jugó a ninguna de las dos, creyendo que podía aceptar embestidas permanentes haciéndose el distraído, aceptando interpelaciones y censuras, eventualmente atacando con manotazos para la tribuna sin ningún efecto real. 

Concordante con ese desprecio a la política, PPK conformó un gabinete tecnocrático, mayoritariamente ausente de las preocupaciones sociales cotidianas. Un ‘gobierno de lujo’ fue la mejor expresión de ese despropósito.

Desde la primera censura al ministro Jaime Saavedra, titular de Educación, quedó claro que Kuczynski no tenía entre sus planes confrontar con el fujimorismo. Luego de ello vinieron recurrentes zamaqueos, que a la postre culminaron con la censura a todo el gabinete Zavala por hacer cuestión de confianza por la ministra Marilú Martens. El propio PPK, en su mensaje a la Nación del pasado miércoles en la noche, admitió el error de no haber confrontado. 

Lo políticamente curioso del tema es que supuestamente hizo cuestión de confianza porque entendía que lo que estaba en juego era la reforma educativa continuada por su gobierno, pero cuando busca un reemplazante convoca a alguien como Idel Vexler, que no es precisamente un heraldo de la reforma y que la anda desarmando de a poquitos. 

El indulto
Quizás el indulto presidencial humanitario a Alberto Fujimori sea el tema en el que más torpeza política ha puesto de manifiesto el presidente Kuczynski. Sin importarle, al parecer, que el tema fuera altamente sensible para el fujimorismo, lo ha puesto y sacado de la agenda nacional concitando entusiasmo y luego decepción en los seguidores del ex presidente hoy preso en la Diroes. 

En varias ocasiones, el primer mandatario dejó en claro que él no estaba dispuesto a dejar morir a Fujimori en el penal. Y así se entendieron los últimos ajustes ministeriales, propendientes a un inminente indulto. Sin embargo, el tema se pasmó, hasta que el propio ministro de Justicia, Enrique Mendoza, señaló que el Gobierno evaluaba presentar la solicitud para acelerar el proceso. Luego de ello fue desmentido por la premier Mercedes Aráoz. 

Y constan todas las múltiples declaraciones del presidente a la prensa nacional y extranjera, cuando no existía presión política alguna para hacerlo, ventilando el tema innecesariamente. Como colofón, se ha conocido en las últimas horas la designación de la junta médica que evalúa el indulto y aparentemente con informe positivo a favor del mismo. 

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