"El Santo Grial", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
"El Santo Grial", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Pedro Suárez Vértiz

Habrán escuchado miles de veces referirse a la guitarra más valorada del mundo como “esta es el santo grial de las guitarras”; o a alguna estampilla buscada por décadas, de la que solo queda una y que vale millones, como “el santo grial de las estampillas”. Esta es una expresión angloamericana muy utilizada para demostrar lo cotizado –y difícil de hallar– que es algún objeto. La expresión proviene, lógicamente, del objeto más buscado del mundo desde hace 20 siglos.

El Santo Grial es uno de los símbolos más preciados del cristianismo. Se trata del mismo cáliz, copa o vaso usado por Jesús en la Última Cena, justo la noche anterior a ser arrestado y crucificado. “Entonces tomó un cáliz y, después de dar gracias, se los dio diciendo: ‘bebed de él, todos ustedes porque esta es mi sangre, la sangre que será derramada por muchos en remisión de los pecados’” (Mateo 26:27).  

El cáliz es objeto de múltiples mitos adjudicados que despiertan la curiosidad de recolectores, exploradores, historiadores y más aún de practicantes del ocultismo. No solo por haber sido utilizado en la Última Cena, sino porque el Santo Grial fue utilizado por José de Arimatea para recoger la sangre de Cristo luego de ser crucificado. Por ello, al igual que la lanza de Longino –arma con la cual se atravesó el torso de Jesús en la cruz–, le brinda supuestos poderes a quien lo posea. Sobre todo poderes políticos, según los ocultistas.  

José de Arimatea era un comerciante de estaño, un metal proveniente de las lejanas islas británicas, a miles de kilómetros de Jerusalén. Este hombre viajó por largo tiempo hasta llegar a Glastonbury, donde, junto con el cáliz, decidió difundir la palabra de Jesús. Se cree que aquí se fundó la primera iglesia cristiana de esas tierras. Este cáliz tiene más de dos mil años de antigüedad y, hasta hoy, no se sabe dónde está. Algunos dicen que el Santo Grial ya se halló y, probablemente, sin tener conciencia de su verdadero valor, se encuentre en algún museo expuesto como un cáliz común y corriente. Otros dicen que no se trata de un objeto tangible, sino de una metáfora que da a entender el sendero para lograr un poder sobrenatural.  

Dan Brown, en su bien fundamentada novela El código Da Vinci, postula que el Grial es María Magdalena, y que el mensaje está escondido en el cuadro de La Última Cena, pues Leonardo –para no ser acusado de hereje– trazó un espacio, con forma de triángulo invertido, entre la figura de Jesús y un andrógino apóstol Juan. Con esto Da Vinci dejó un mensaje en la botella a la humanidad, para que se descubra que Jesús y María Magdalena eran pareja. Brown sugiere que el código es en esencia ese triángulo invertido, pues metaforiza el vientre femenino y, en consecuencia, la maternidad y herencia familiar de Jesús.  

Coexisten desde siempre varios supuestos Santos Griales alrededor del mundo. El primero es el Santo Cáliz de la catedral de Valencia, en España. Allí, en una sala llamada Capilla del Santo Cáliz, se conserva uno como parte de la tradición aragonesa. Esta es la versión con mayor respaldo. Otra posibilidad es el Cáliz de doña Urraca. La teoría sobre si es el posible Santo Grial pertenece al doctor en Filología Árabe y licenciado en Historia Gustavo Turienzo Veiga, quien tradujo unos textos que acompañan a la copa y que decían que esta le había pertenecido al Mesías.  

La tercera posibilidad es el Santo Grial de O’Cebreiro. Este tiene grabada en latín la frase “En el nombre de Jesucristo y de la Virgen”. Cuentan que, en un día duro de invierno, un monje estaba celebrando la eucaristía con aquel cáliz y pensó que nadie asistiría a la misa. De pronto, entró un campesino llamado Juan Santín. El monje ignoró el sacrificio de este hombre y continuó con el ritual. Pero en el momento de la consagración, la hostia se convirtió en carne y el vino en sangre. Esta leyenda recorrió Europa con tanta fuerza y alcance que se asumió que ese cáliz sería el mismísimo Santo Grial. Podemos encontrar más posibilidades, como la Copa de Hawkstone Park, el Cáliz de Ardagh o el Vaso de Nanteos.

El Santo Grial será siempre el mayor talismán jamás buscado para los ocultistas como Hitler, pero un objeto histórico y sagrado para los hombres de fe. 

Esta columna fue publicada el 31 de marzo del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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