"Talento en juego", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
"Talento en juego", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Pedro Suárez Vértiz

Lo clásico, lo conocido de la música latinoamericana, tiene su espacio en la radio y la televisión. Pero ¿qué hay de los nuevos artistas peruanos cuya carrera necesita despegar? Ellos necesitan una vitrina para que el público los vea. La programación radial hoy obedece a un nuevo formato de no arriesgar tocando canciones nuevas para no distraer a la audiencia. Por eso siempre escuchamos lo mismo, mientras pasan y pasan generaciones de artistas peruanos que nunca ven la luz. Por eso urge lograr la exposición en grande de nuestros nuevos talentos locales. 

Desde hace décadas muchas bandas y solistas peruanos permanecen en el anonimato sin otro remedio que recurrir a la difusión informal en redes sociales. En mi opinión, el artista latinoamericano que no tiene radio ni televisión no existe. Si tuviéramos un mercado de 300 millones de personas, como en EE.UU., sí funcionarían las redes. Le pasó a Justin Bieber, quien subió un video a su canal de YouTube, obtuvo millones de vistas y Usher lo firmó para su disquera. Lamentablemente, Perú no tiene ese mercado.  

Por eso considero de vital importancia el lanzamiento del programa Los 4 finalistas. Un formato único y pionero en Latinoamérica, que no busca imitadores o personas que inicien su carrera en pantalla, sino darles espacio a cantantes profesionales nuevos y a otros en desarrollo. Estos últimos deben demostrar en cada edición cuán buenos son.

Considero un honor poder ser parte del jurado de este programa, junto con Eva Ayllón, Deyvis Orosco y Chino (del dúo Chino y Nacho). Con ellos tuve la difícil tarea de seleccionar, de cientos de participantes, a los cuatro finalistas que presentamos en el programa. Ellos son Susan Ochoa, una gran finalista de La voz Perú; Carlos Burga, dos veces ganador de Yo soy (imitando a José José); Amy Gutiérrez, ganadora de La voz kids (actualmente cantante del grupo Son Tentación); y Fico Wiese, joven cantante y compositor con estudios en Berklee. Ellos, semana a semana, defenderán sus ‘sillas’ ante el peligro de perderlo todo frente a los retadores que vienen a querer demostrar ser mejores que ellos. 

En este programa nadie asegura su puesto hasta el final. Lo interesante es que no solo dependerá del esfuerzo personal de cada artista, sino de la aparición, o no, de un valor que brille más que él. Es competencia real en escena, pues el mundo de la música es así. Hay que trabajar duro para mantenerse. Hoy un artista no solo canta, sino también baila, actúa y anima. Todo eso mezclado refuerza su performance en vivo.  

En mi caso, jamás pensé en derrotar a alguien con mis canciones para ganarme un sitio. Solo dejé salir la música que Dios me dio y ustedes la recibieron y se encargaron de perennizarla en el tiempo. Aprovecho para darles las gracias, pero con mucha pena les digo también que los tiempos han cambiado y, en consecuencia, la realidad es mucho más dura para los nuevos artistas.  

El programa es la única plataforma actual que le dará exposición al talento nacional. Los 4 finalistas es una franquicia israelí con mucho éxito en Rusia, Estados Unidos, Rumanía y ahora en Latinoamérica vía Latina. Esto exige un compromiso profesional en el despliegue técnico y escenográfico que la marca exige.  

Cada fin de semana, como miembro del jurado, tomaré en cuenta criterios como la originalidad vocal, la calidad interpretativa, la empatía con el púbico y el dominio escénico, entre otros.  

Los ensayos han sido agotadores, pero valieron la pena porque necesitamos que los nuevos profesionales tengan un espacio de difusión. Así que si tú, que hoy lees esto, te consideras un cantante profesional y crees que tienes el talento suficiente para retar a uno de nuestros finalistas, anímate, conviértete en un retador y vamos por las batallas. El programa va los sábados de 10 a 12 p.m. y los domingos de 7 a 9 p.m. vía Latina y estoy feliz de trabajar en él.  

Esta columna fue publicada el 14 de abril del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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