La pérdida hoy de un cohete Protón-M, que debía poner en órbita tres satélites y que se estrelló segundos después de su lanzamiento en el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán), supone un nuevo y duro revés para la industria espacial rusa.

El aparatoso accidente no causó víctimas entre el personal de las instalaciones de Baikonur, que Rusia alquila a Kazajistán desde la desintegración de la Unión Soviética.

El accidente de hoy obligará a suspender todos los lanzamientos desde Baikonur durante unos dos o tres meses, el tiempo que llevarán las labores de limpieza del territorio del cosmódromo.

El lanzamiento fallido podría afectar también a la participación de Rusia en importantes programas espaciales internacionales como el de la Estación Espacial Internacional y ExoMars, un proyecto conjunto con la Agencia Espacial Europea de exploración de Marte.

El primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, encargó la creación de una comisión gubernamental para investigar las causas del accidente y exigió que le sea presentada una lista con los nombres de los responsables de este fracaso.

Además, el jefe de Gobierno, según declaró su portavoz, Tatiana Timakova, ordenó la elaboración de una serie de medidas para fortalecer el control en el sector espacial y prevenir este tipo de accidentes.

MISIÓN TRUNCA El cohete siniestrado, un portador de clase pesada, debía poner en órbita tres satélites Glonass-M para el sistema de posicionamiento ruso GLONASS, análogo al GPS estadounidense.

Los cohetes Protón son capaces de llevar al espacio artefactos con una masa de hasta 23 toneladas, según la altura de órbita.

Fuentes de la industria espacial citadas por Interfax cifraron en unos 200 millones de dólares las pérdidas causadas por el accidente.