El ácido fólico es una vitamina (B9) que ayuda al organismo a crear nuevas células. Y aunque se trata de un elemento fundamental para todas las personas, se sabe que ayuda a prevenir los defectos congénitos en los futuros bebes durante el embarazo, como problemas cerebrales o nacimientos con espina bífida.

Sin embargo, un estudio en detalle realizado en Noruega –publicado en la última edición del “Journal of the American Medical Association”– ha demostrado que su consumo también está asociado a disminuir el riesgo de la aparición del autismo.

Médicos del Instituto de Salud Pública de Noruega y especialistas de la Universidad de Columbia (EE.UU.) realizaron un estudio a 85.176 bebes y a sus padres, entre los años 2002 y 2008.

Se hizo un seguimiento de los hábitos alimenticios a las familias participantes, las cuales eran regularmente entrevistadas para medir el desarrollo del espectro de los desórdenes de autismo que pudieran aparecer.

RIESGO REDUCIDO Se encontraron 270 casos en el espectro de desórdenes de autismo dentro de la población estudiada: 114 con autismo, 56 con síndrome de Asperger, 100 con autismo no identificado.

Las madres que tomaron suplementos de ácido fólico durante el estadio inicial de su gestación redujeron en un 40% el riesgo de tener bebes con desórdenes de autismo, en comparación con las madres que no tomaron la vitamina.

La reducción se observó en quienes consumieron el suplemento desde cuatro semanas antes hasta ocho semanas después del inicio de la gestación.

Además, el uso de esta vitamina aumentó entre los años en que se realizó el estudio. En el 2002 el 43% de las madres tomaba los suplementos, mientras que para el 2008 lo hacía el 85% de las participantes. Sin embargo, algunas empezaron a tomar el ácido fólico después de lo recomendado y solo la mitad comenzó la ingesta antes del inicio del embarazo.

OTROS SUPLEMENTOS Las mujeres que usaron el ácido fólico dentro de este estudio eran egresadas del colegio o con estudios universitarios, habían planificado su embarazo, no fumaban, eran madres primerizas y su nivel de masa corporal estaba debajo de 25 antes de empezar la gestación.

Los investigadores analizaron si este riesgo estaba influenciado por el uso de otros suplementos (como el aceite de hígado de bacalao con omega 3), pero no encontraron relación, así como tampoco en el consumo de otras vitaminas o minerales.

Otros estudios muestran que en Norteamérica y Europa las madres no toman el suficiente ácido fólico para su dieta diaria.