ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI

Hace algunos años, pocos habrían augurado el éxito a esta radical como condensada tendencia cultural. Aunque no existe precisión sobre quién fue su iniciador, la tuiteratura (o 
twitteratura), es decir, la producción literaria a través de los 140 caracteres que permite esta red social, viene desarrollándose con éxito entre los más de medio millón de usuarios que ya tiene esta plataforma gratuita.

Parece ser que la delantera la tuvo el estadounidense Matt Stewart cuando decidió en julio del 2009 publicar en Twitter un libro suyo, La revolución francesa, que no conseguía editor. Stewart, con buena visión, inició la publicación diaria de sus cerca de 3.700 tuits hasta poner online los casi 480 mil caracteres que tenía su libro. Como nunca estuvo seguro si sus seguidores iban a leer todos sus mensajes, luego ofreció su novela por Scribd y Amazon.

MODA INMEDIATA Pero el ejemplo se propagó rápidamente. En el 2010 el español Jordi Cervera publicó en el Twitter su novela Serial Chicken, a raíz de la Semana Negra de Barcelona, un evento dedicado al género policial. Cada microcapítulo estaba protagonizado por una gallina asesina, con lo cual la novedad era doble: la obra se difundía por tuits (aunque también lo hizo por Facebook, Vimeo, Flickr y Google Maps) y el personaje era un ave homicida.

Para entonces, la moda ya estaba a raudales en la ‘twitteresfera’. El bloguero Luis Alejandro Ordóñez, desde Chicago, y tras anunciarlo en su blog Pulga de Libertad, puso en el Twitter su novela Gatubellísima. Esto pasó en julio del 2009. Ese mismo año, el mexicano José Cohen escribió por Twitter los primeros cuatro capítulos de una obra llamada “El espejo”, y llamó a otros escritores a que la continuasen. La idea fue admitida y prosiguió su camino.

En el 2011, el también mexicano Alberto Chimal hizo lo propio con su libro de micro relatos llamado “83 novelas”. En el 2012, su compatriota Mauricio Montiel Figueiras lanzó otro proyecto de escritura colectiva por el Twitter, titulado “El hombre de tweed”, a la que siguió “La mujer de M”, también por la misma plataforma.

ESTUDIOS Y ESTUDIOSOS ¿Adónde irá esta aún novísima tendencia literaria? No se sabe. El francés Thierry Crouzet, cuyo país tiene numerosos autores en esta línea, y que publicó una novela en 5.200 tuits, no cree que la moda viva demasiado. Para él, lo principal es interactuar con los lectores, pero cree que tal cosa puede llegar a aburrir.

Como hasta las propuestas rápidas y vitales pueden ser constreñidas a una formalidad, el profesor universitario quebequés Jean-Yves Fréchette y su compatriota el periodista Jean-Michel Le Blanc ya fundaron en el 2009 un Instituto de Tuiteratura Comparada, que recopila material expuesto en esta plataforma y realiza seminarios, cursos y otras actividades.

También se han hecho estudios muy serios, como el publicado por la Universidad de Carnegie Mellon, la Universidad de Stanford y el Instituto Tecnológico de Georgia, donde tras analizar los mensajes de más de 14 mil usuarios del Twitter, llegaron a la conclusión que esta red hace evolucionar el lenguaje. Entre las novedades mencionan la creación de nuevos códigos de comunicación, el uso de emoticons, acrónimos y la evasión de los signos de puntuación.

CAMINO AL ARTE Otras novedades son propuestas como la del Film Festival 140 Caracteres, un evento de cortometrajes que propone que la historia se inspire en un tuit y que no sobrepase los 140 segundos. Por su lado, la usualmente atildada Royal Opera House de Londres también ha hecho un llamado a crear una ópera interactiva por Twitter.

Como semejante cosa no puede ser todo, hace poco se lanzó la Twitter Music para músicos independientes, apadrinado por artistas de nivel como Jason Mraz y Moby, que las compañías disqueras han aplaudido porque les sirve para medir el interés público por tal o cual estilo musical.

La última propuesta en esta dirección ha sido la del artista Man Bartlett, que ha logrado entusiasmar a ponderadas instituciones como el Museo Paul Getty, el Museo de Arte de Los Ángeles y la Tate Gallery de Londres para monitorear la tendencia visual de convertir el lenguaje pictográfico japonés en auténticos tuits artísticos. Quienes deseen curiosear sobre el punto pueden entrar al hashtag #twitterat.