La compañía Final Frontier Design quiere ser la número uno en diseño de trajes espaciales para vuelos comerciales.
Pero todavía, ninguna empresa privada ha puesto a un grupo de pasajeros a bordo de una nave espacial. Entonces, ¿cómo se puede liderar una industria que está aún en estado embrionario?
La hacinada sede de Final Frontier refleja que aún su sector empresarial está en una etapa muy temprana de desarrollo.
Se encuentra en un pequeño estudio en Brooklyn, en Nueva York, en el que apenas caben sus dos cofundadores Ted Southern y Nikolay Moiseev, dos asistentes, y unas pocas mesas.
Trozos de tela y tubos de plástico ocupan casi todas las superficies disponibles.
Sin embargo, el entorno humilde no ha impedido a la empresa soñar a lo grande sobre las posibilidades de futuro y los beneficios de los viajes espaciales comerciales, sector que ya ha registrado más de US$1,4 mil millones de inversiones de empresas como la de Richard Branson, Virgin Galactic.
Y se espera que esa cifra se doble en los próximos 10 años, cuando se supone que el turismo espacial se convertirá en una realidad.
UN VIAJE INCÓMODO Nikolay Moiseev, un exdiseñador de trajes espaciales para Zvezda, el proveedor nacional de trajes espaciales de Rusia, dejó su país de origen y llegó a Estados Unidos.
Moiseev ha probado todo tipo de trajes espaciales que se hayan diseñado, y fue responsable del diseño de los trajes usados por los astronautas de la Mir, la antigua estación espacial rusa, y por la tripulación de la actual Estación Espacial Internacional.
Pero Moiseev piensa que aquellos diseños no son nada comparado con lo que está por venir.
En un futuro próximo una gran cantidad de personas turistas de todas las edades, con diferentes condiciones de salud, van a poder volar al espacio, dice.
Y la alta presión a la que se llega durante el viaje es un reto para el diseñador del traje espacial, agrega Moiseev.
Este es el tema que Final Frontier dice que tiene la esperanza de resolver: cómo diseñar un traje espacial, no para un astronauta, sino para que una persona normal viaje puntualmente al espacio.
Ted Southern cuenta que el vuelo espacial es notoriamente incómodo -demasiado apretado, caliente A veces los trajes espaciales sólo lo empeoran, explica.
Cuando están presurizados son difíciles de mover, necesitas una ropa especial de refrigeración líquida generalmente para los trajes espaciales, y cuestan cientos de miles de dólares, dice Southern.
Y eso es lo que Final Frontier está intentando lograr: Estamos en busca de un traje que sea ligero, barato, seguro y más cómodo que los trajes espaciales de estilo tradicional militar.
EL FUTURO Pero, en primer lugar, está el pequeño asunto del dinero.
Southern dice que una gran cantidad de empresas de cohetes que están apareciendo esperan volar en 2014, 2015, 2016. El vuelo está a años de distancia. Así que, por ese motivo, ha sido un reto la búsqueda de financiación, de socios o incluso encontrar clientes.
Aunque la pareja de empresarios comenzó a soñar y diseñar en 2007, tras conocerse en un concurso de diseño de guantes de astronauta patrocinado por la NASA, la empresa Final Frontier no se estableció hasta 2010.
Al principio, Ted Southern puso todos sus ahorros que obtuvo de su trabajo como diseñador de vestuario para espectáculos de Broadway y el Cirque du Soleil en el negocio.
La gente siempre levantaba una ceja, decían Caramba, eso es tan diferente: accesorios y disfraces y trajes espaciales, afirma Southern con una sonrisa.
De hecho, yo veo una continuidad en ello. El fracaso tampoco era una opción en Broadway, concluye.
Con los contratos con la NASA para diseñar el recubrimiento contra radiación para los tejidos y partes de trajes espaciales, incluyendo un conjunto presurizado de codo y hombro llegó la financiación a Final Frontier.
Como también lo hizo tras un acuerdo con zero2infinity, una empresa española interesada en explorar los viajes suborbitales.
Pero además de los medios tradicionales, en junio de 2012 Final Frontier Design acudió a la página web de crowdfunding Kickstarter.
Utilizó los US$27.632 que consiguieron recaudar en el sitio, y consiguieron construir el traje 3G, que es la tercera versión de su traje espacial ligero.
Está destinado a ser usado dentro de la cápsula espacial, en caso de pérdida de presión, y se dio a conocer este verano.
La financiación no es el único desafío: Final Frontier también debe hacer frente a los competidores.
Ya existen fabricantes de trajes espaciales establecidos, como David Clark y Boeing, que tienen una larga relación con la NASA.
Además, tienen otros rivales, pequeñas empresas de nueva creación como Orbital Outfitters, que al igual que Final Frontier cuenta con un equipo fundador que incluye individuos con experiencia por fuera de la industria espacial, como un exartista de efectos especiales de Hollywood.
Por último, están los centros de diseño de trajes espaciales que pertenecen a las mismas compañías de turismo espacial, como SpaceX, dirigida por Elon Musk, fundador de PayPal.
Peter Homer, un creador de guantes para astronautas que fundó su propia firma, llamada Flag Suit (el lema es: Se ajusta como un guante), dice que hay espacio suficiente para todos.
En este momento, no hay mucha competencia porque no hay mercado, dice Homer, quien también está colaborando con Orbital Outfitters.
Y añade: Se trata de intentar seguir adelante y tratar de avanzar en tecnología. Otros y yo estamos un poco esperando a que los clientes estén listos para sus trajes espaciales.
Así que Southern y Moiseev siguen esperando, y construyendo.
De hecho han contratado becarios este verano, que están muy ocupados probando diversas telas de trajes y guantes.
Para Southern y Moiseev, su inusual asociación no se trata sólo de una oportunidad de negocio, sino también de la forma en que ven el futuro.
Yo lo veo como algo inevitable: la raza humana se expandirá más allá de la Tierra, la superficie aquí es finita, dice Ted Southern.
Creo que es muy importante que podamos sobrevivir en estos ambientes difíciles.