Siete años después de que el clásico Disney de cuentos de hadas absorbiera a base de talonario a su innovador rival Pixar, el dinamismo de los creadores de Toy Story ha contagiado a la casa del ratón Mickey que tras el cambio de siglo necesitaba refrescar sus ideas para generar taquilla.
En Disney Animation se habla hoy de renovación y espíritu colectivo, cantilena que su vicepresidente ejecutivo, Andrew Millstein, repitió este lunes a la prensa en un encuentro celebrado en las instalaciones de esta compañía en Los Ángeles, donde se ultima su próximo estreno, Frozen.
Dicen quienes trabajan allí que el fichaje de Pixar fue un punto de inflexión para Disney, pez grande que abrazó la filosofía de honestidad brutal impuesta en el pez pequeño por talentos como John Lasseter (Toy Story, Cars), quien desde la compra en 2006 compagina la función de director creativo en ambas productoras.
Pixar desarrolló el sistema brain trust que consiste en someter el desarrollo de las películas a la periódica crítica de un grupo de personas de referencia en el estudio, con el fin de mejorar el producto final a base de señalar problemas y fallos.
Disney es ya un reflejo de esa elaboración conjunta. Nuestros artistas están trabajando de forma que todo el mundo es autor de las películas de los demás, comentó Millstein, para quien ésa es la principal transformación que ha experimentado la empresa, si bien la cosa no se quedó ahí.
MÁS CAMBIOS Para favorecer la relación entre los trabajadores se modificó incluso la disposición de las oficinas en el edificio para que las áreas comunes ocupen un lugar preeminente, algo que precisamente es seña de Pixar, cuya sede en San Francisco consta de un espacio tan diáfano con cafetería y restaurante que podría pasar por un centro comercial.
No estoy diciendo que antes fuera una edad oscura y ahora estamos en el renacimiento, matizó un voluntarioso Millstein, que quiso evitar una percepción negativa sobre el legado de un estudio que dejó cintas como Blancanieves y Dumbo, pero que no había sabido adaptarse a los tiempos modernos.
Disney atesora numerosos premios Óscar por sus filmes de dibujos, pero desde que se creó la categoría de mejor película animada en 2001 ninguna de sus producciones ha logrado alzarse con ese título, mientras que Pixar se coronó en siete ocasiones.
Tras Tangled y Wreck-It Ralph se puede sentir un tipo diferente de inercia en el estudio. Tenemos realmente una buena sensación sobre cuál es nuestro potencial, aclaró Millstein.
Ciertamente, Disney Animation ha demostrado en los últimos años estar más dispuesto a correr riegos.
Sus princesas son ahora más atrevidas y descaradas, algo que se vio en Tangled y que se repite en Frozen (estreno en noviembre), y sus historias ya no solo nacen de cuentos infantiles, sino también de cómics como el filme de superhéroes de Marvel Big Hero 6, que presentará en 2014 y bien podría ir firmado por Pixar.
A la inversa, Pixar también ha pisado el feudo de Disney con Brave, su primera película protagonizada por una princesa, Mérida, que en mayo pasó a engrosar la lista de personajes de la realeza en Disneyland.
Millstein aseguró que Disney y Pixar continuarán manteniendo sus identidades separadas, algo que el grupo Walt Disney Company al que pertenecen reforzará en las campañas de promoción de las películas, cada una con su propio estilo, aunque no negó que la estrecha relación pudiera hacer que ambas entidades se parecieran cada día más.
Creativamente, es difícil decir cómo se diferenciará un estudio del otro en la medida en que ambos tengamos mundos, personajes e historias geniales Si hay confusión en ese sentido, que así sea, declaró.