La vida es un juego de centímetros. Medio segundo demasiado tarde, o demasiado pronto, y pierdes. Las centímetros que necesitamos están a nuestro alrededor.

El que así hablaba era Al Pacino caracterizado como Tony DAmato en la película de 1999 Un domingo cualquiera.

Pacino hablaba de fútbol americano, pero sus palabras pueden ser aplicadas a cualquier deporte competitivo y especialmente al ciclismo, donde un centímetro significa el campeonato, el maillot amarillo y un lugar en la historia.

Y así ocurrió en la cuarta etapa del Tour de Francia este año, cuando el equipo Orica GreenEdge resultó victorioso.

Después de tardar 26 minutos en recorrer 25 kilómetros en bicicleta, todo se decidió en décimas de segundo.

Y Simon Smart tuvo mucho que ver con la victoria.

Tras 14 años de experiencia en la Fórmula 1, este ingeniero llevó su conocimiento de biomecánica al ciclismo y fundó Smart Aero Technology, una compañía con sede en Inglaterra, cerca del circuito de Silverstone, una zona en la que dominan los deportes del motor.

Smart diseñó Scott Plasma, la bicicleta que montó el equipo Orica GreenEdge en su triunfo en Niza. El equipo también usó uno de los cascos de Smart Aero, otro factor clave que ayudó a ganar un tiempo crucial.

PEQUEÑOS DETALLES Igual que Al Pacino, Smart ha hecho de encontrar esos segundos cruciales su obsesión, buscando la más pequeña de las diferencias para descubrir lo que la industria llama incrementos marginales o graduales.

Descubre los suficientes una mejora en el diseño del pedal, un mejor alisado del casco y tendrás a un ganador.

Buscamos los pequeños detalles, le dijo Smart a la BBC.

Intentamos cambiar la forma de algo en, por ejemplo, 0,1 milímetros y se ve una diferencia, añade.

Cada componente en el ciclismo, sean el cuadro, las ruedas o incluso los mismos ciclistas, disminuyen de alguna forma la velocidad. El objetivo, por supuesto, es minimizar la pérdida de velocidad, algo conocido por los expertos como reducir la resistencia.

Descubrir dónde se deja notar la resistencia es un proceso complejo y costoso.

El truco aquí está en desarrollar herramientas que puedan medir las diferencias más mínimas, explica Smart. Una vez que estas se pueden medir, se pueden vislumbrar las pequeñas ganancias y sumarlas, añade.

Clave en este proceso de descubrimiento es el uso de una tecnología conocida como mecánica de fluidos computacional (CFD, por sus siglas en inglés).

Tras crear una bicicleta usando software de diseño asistido por computadora (CAD, por sus siglas en inglés), Smart puede saber cómo será subirse a una bicicleta, ya que la CFD genera una especie de mapa de calor de la resistencia.

Si esta muestra áreas donde el aire tiene mayor resistencia, significa que el ciclista se verá frenado también en la vida real.

Pero el experimento no termina aquí.

El problema de esto es que no trabajamos en el mundo real, todo ocurre en una computadora, y no siempre se consiguen resultados reales, dice Smart.

DENTRO DEL TÚNEL Tener tu base en el corazón del deporte de motor británico tiene sus ventajas cuando se necesitan análisis de la vida real.

En el mismo lugar que Smart Aero existe un complejo de investigación y desarrollo de Mercedes, parte del cual es un túnel de viento usado para evaluar la aerodinámica de, entre otras cosas, autos de Fórmula 1.

La firma estadounidense Specialized, uno de los competidores de Aero, invirtió recientemente en su propio túnel de viento, uno lo suficientemente grande para albergar varias bicicletas y corredores al mismo tiempo.

Specialized planea probar allí no solo bicicletas de alta gama, sino también algunos modelos más baratos, como los de calle.

Poder poner a varios ciclistas dentro no sólo es interesante para estudios de carretera. También queremos usar esta tecnología para estudiar bicicletas urbanas, para ver cuál es la mejor forma de vencer la resistencia en el camino al trabajo, afirma Mark Cote, director en Specialized, en una entrevista con la revista especializada Cyclist.

El hecho de que alta tecnología se use para ayudar a ciclistas urbanos refleja cómo se está transformando la industria.

A diferencia de otros deportes como la Fórmula 1, las bicicletas del Tour de Francia son productos comerciales que se pueden encontrar en el mercado.

Esto significa que un diseñador no puede hacer una bici que sea solo perfecta para un corredor exclusivo en una situación determinada. Es un gran desafío, pero uno que implica que las bicis que usan los profesionales y la tecnología en la que se apoyan le llega a entusiastas de todo el mundo.

Para Specialized, tener un túnel de viento implica ayudar al proceso de diseño colaborativo, afirma Cote.

CALCETINES TECNOLÓGICOS De lejos el elemento más disruptivo en la resistencia que afecta al ciclismo es uno crítico para el funcionamiento de la bicicleta: el corredor mismo.

Las personas, generalmente, no son aerodinámicas por naturaleza, así que se hacen muchos esfuerzos por minimizar la resistencia que ejerce el cuerpo humano.

Muchos ciclistas usan trajes hechos exclusivamente a medida, fabricados con materiales que reaccionan de manera particular a altas velocidades.

No es lo más fácil de fabricar, afirma Simon Smart, porque se intentan evitar las costuras que pueden interrumpir el flujo del aire y causan separación, lo que incrementa inmensamente el arrastre del cuerpo.

En el pie de un ciclista se pueden encontrar unos calcetines plásticos para usar sobre las botas, cuyo broche puede contribuir al efecto de la resistencia.

Unos calcetines especiales no son suficientes para ganar el Tour de Francia por sí solos, pero sí que son posiblemente la manifestación más simple del incremento marginal.

Para los especialistas, estos son pequeños detalles que sin embargo pueden hacer grandes diferencias.

Como dijo Al Pacino: Sabemos que cuando sumamos todos estos centímetros serán la diferencia entre perder o ganar.